El poco honorable presidente Ximo Puig
“Hoy nos sentimos juzgados. Por eso, una importante representación de los que hicieron posible el 9N, expresará su indignación por haber llevado a juicio un affaire político”. Con esas palabras inauguraba Puigdemont el éxodo de Ortega, Rigau, Mas y Forcadell hacia la sede judicial el pasado lunes. Y ciertamente aquello debía ser el Nou país. De otra forma era imposible explicar el prodigio obrado: un mar indepe abriéndose milagrosamente desde las puertas del Parlament de Cataluña hasta las puertas del TSJC. Nublando la visión del enemigo. Llevando a los mártires en volandas. Evitando que una mota de España manchara a aquellos actores del pesebre. Y con tal fuerza sacudió la convocatoria que, desde Donosti salpicó reputada caspa batasuna sobre sus magníficos lomos. Otegi, todos los Bildu-parlamentarios y un club de abertzales fletados en alguno de esos autobuses que se salvaron de ser borroko-carbonizados. “¡Inde-Inde- Inde- pen-den-chí-a!”. Puigdemont lo hubiera petado con Juncker si éste hubiera visto aquella oda de maketos nostálgicos de aquellos niños, mujeres y ancianas de Hipercor regados con napalm en el 87. Mientras, Mas caminaba saludando a las masas. Enviando a la consternación por los muertos a irse de Pan amb tumaca.
También hubo activistas autóctonos disfrazados de Snorkels convergentes. Sujetando urnas amarillas encarceladas. ¡El Derecho a Decidir degradado a Piolín de Cartoon Network cautivo en una jaula! Frente al juez y la fiscalía Rigau habló de voluntarios que, sin embargo, nunca fueron otra cosa que subsidiados del mayor lobby de presión y chantaje político de la historia de la democracia. Y parte de aquellos subvencionados que acompañaron a sediciosos y batasunos fueron fletados por Ximo Puig, actual presidente de la Generalidad valenciana con dinero público. Aquello era parte del pago a la Generalidad de Cataluña de quien fue investido gracias a la presión que el propio Mas ejerció sobre Compromís para que los nacionalistas “valencianos” le sostuvieran tras obtener el peor resultado de la historia de su federación en las elecciones autonómicas de 2015. A cambio, Puig se comprometió a hiperventilar al ente de ingeniería social independentista de Mas asociado a la Omnium Cultural catalana, Acció Cultural del País Valenciano con dinero público.
Dicha entidad acaba de firmar el manifiesto unitario ‘Por la Democracia’ en favor del proceso «democrático y soberanista» de Cataluña y contra «la judicialización que pretende imponer el Estado español». Dicha entidad recibió el año pasado el mayor monto de subvenciones públicas del despacho de Ximo Puig cuya suma total ascendió a 354.390 euros para recibir el proceso soberanista catalán y la celebración de un «referéndum de autodeterminación». Dicha entidad encargada de continuar la labor de ingeniería social independentista en la Comunidad Valenciana representa el mejor cliente del hermano del presidente Puig, Francisco Javier Puig, tras embolsarse éste hasta 145.000 euros en subvenciones públicas durante el último año entre el Gobierno valenciano que preside su propio hermano, y el anterior Gobierno catalán de Artur Mas. Dichas ayudas llegaron vía Consejería de Educación para “promocionar el catalán y trazar las coordenadas de inmersión educativa valenciana”.
El presidente Puig debería ser apartado de su cargo por representar un peligro para los valencianos. Por obligar a aquellos que él reivindica como “clase social castigada y rescatable” a salvar a su propia familia de la indigencia en nuestro enésimo acto de misericordia. El presidente Puig debería ser investigado por la Fiscalía por malversación de fondos públicos. El presidente Puig debería ser apartado de su cargo por ser un político sobornado por el Gobierno catalán. Por ser un facilitador de sediciosos. Por ser un nacionalista absolutista escondido tras un discurso mentiroso y filantrópico.