Perdición
Les voy a contar, a grandes rasgos, la historia de un buen amigo que está estos días enfermo, con bastante mal pronóstico. Nada de dramas, es de esas personas que se va satisfecha porque siente que ha exprimido sus oportunidades. Comparto la idea de que los individuos que se aferran a la vida de manera desesperada sienten que no han hecho absolutamente nada reseñable con ella, y solicitan más tiempo para ver si eso cambia. No cuentan en este balance ni la paternidad/maternidad, ni ningún otro tipo de vivencia biológicamente natural o moralmente establecida. Claramente, éste no es el caso de mi amigo, que es el mejor retratista del sur de Europa.
Por su estudio han pasado, entre otros, los retratos de la reina de Inglaterra, del duque de Gor, del duque de Híjar, del teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Granada y, bueno, el mío. Le encanta venir a mi casa y sentarse enfrente de su obra. «Qué bien está envejeciendo». Recuerdo la última fiesta a la que fuimos juntos. Era el cumpleaños de un conocido galerista, en Sotogrande. Una velada estupenda, a la que acudimos con las manos vacías. «Rafa, ¿qué le llevamos de regalo?». Mirada de sorpresa: «¿Te parece poco nuestra presencia?». En aquella fiesta conoció a una guapa holandesa que vivía en Marbella. Tras una ausencia prolongada, volvió al lugar en el que estábamos todos bailando. «Ha tenido que irse. A su perro le ha dado un infarto».
Ayer mismo, sentada en la cama en la que pasa sus últimas horas, me dijo: «Clarita, ¿te acuerdas cuando intenté besarte?». Le miré con ternura y contesté que sí. Nunca lo ha intentado. Si lo hubiera hecho, le hubiera rechazado categóricamente. Las almas semiperdidas nos divertimos con las perdidas, pero no estamos tan desorientadas como para mezclarnos sentimentalmente con ellas. Son amistades extraordinariamente estimulantes y divertidas de puertas para afuera, pero el hogar es un lugar sagrado, en el que las prioridades deben ser el orden y el equilibrio. Él también sabe esto; de hecho, tras varios matrimonios, desde hace ya muchos años comparte su vida con Carmen, una mujer tan sobria como especial.
Mi amigo artista ha pasado por momentos de creatividad delirante, seguidos de otros de la desesperanza más oscura. Ha cosechado éxitos rotundos, en todos los aspectos que él ha querido, que no tienen que coincidir con los de la mayoría. No me gustan los perdedores, prefiero a los fuertes que a los débiles. Estos últimos suelen ser personas dañinas, porque viven generalmente atemorizados por todo. Los fuertes viven de otra manera, creo que más sana (y no me refiero a los estándares de lechuga y deporte). Él se ha vanagloriado siempre de ser un rotundo amante del estilo anoréxico neoyorkino (Never too rich, never too thin), decía que si se debía morir de algo… sería de hambre. Para engañar al estómago bebía whisky. Escribo en pasado, porque estas costumbres ya no las va a poder continuar. Ojalá que cuando acabe de escribir este artículo siga con vida.
Tiene una relación con él mismo muy complicada. «Cada vez me parezco más a El Pensador de Rodin, con más kilos, más años y más problemas. Soy un estúpido, que se ha creído que era un artista». Él lo es, y paga seria y rigurosamente su precio. Ahora agoniza y pasan sus recuerdos de forma intermitente: su formación italiana, su esnobismo tan medido como declarado, su pasión por su madre y, por extensión, por todo el género femenino, su exquisita sensibilidad, sus rasgos autodestructivos por la difícil relación con un inflexible padre ingeniero, su amor por todo lo británico, incluido el humor.
En realidad, Rafa murió hace varios meses. Mi duelo ha sido muy largo. Le echo mucho de menos. Estaba ahí siempre preparado para unas cervezas, unas risas o una difícil confesión. Se fue muy rápido, pero ha dejado su arte y un recuerdo muy dulce, como él era en realidad, en la memoria de todos los que le conocimos y quisimos; aunque, ciertamente, a veces deban ganas de tirarle un cenicero a la cabeza. Espero que estés bien ahí arriba, querido amigo, ya me contarás.
Temas:
- Amistad
- fallecimiento