Pedro Sánchez ante el espejo de Rubalcaba

Ver vídeo

Cuando murió el senador McCain, el ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, intervino en su funeral y contó que “John venía al despacho, nos sentábamos y hablábamos de política y de nuestras familias. Siempre estábamos en desacuerdo. Pero, cuando acabábamos de hablar, estábamos en el mismo equipo. Nunca dudé de que estábamos en el mismo equipo». Una vez más Obama hacía fácil lo difícil, explicando con una historia sencilla lo que es el sentido de Estado. Y Rubalcaba lo tenía. Es evidente que su largo control y conocimiento de todos los resortes del poder le hicieron un político cargado de leyenda, con luces y con sombras, al que siempre se le vislumbró detrás de todos los movimientos tectónicos; pero, al mismo tiempo, en los momentos más difíciles –el caso de Cataluña o la abdicación del Rey-, los españoles sabían que estaba en su equipo. Creo que no hay mayor honor para un político que contar con el agradecimiento de tus compatriotas en el momento de partir. Descanse en paz.

Otra muestra del extraordinario respeto a la figura de Rubalcaba ha sido el respetuoso silencio y ausencia de crítica, en público que no en privado, que todo el mundo (a derechas y a izquierdas) ha mantenido sobre la puesta en escena del sanchismo en el último adiós al ex secretario general del PSOE. Ha tenido que ser el ex presidente del Gobierno, Felipe González,  ése al que califican de jarrón chino, quien ha rendido el más honesto homenaje a Rubalcaba al pedir a Sánchez que, como muestra del reconocimiento exhibido, reintegre al proyecto socialista a los rubalcabistas. El presidente del gobierno ha estado omnipresente en las últimas horas del ex vicepresidente: canceló un viaje oficial a Rumania cuando Rubalcaba todavía se debatía entre la vida y la muerte; canceló, en la misma circunstancia, un viaje a Barcelona; bloqueó dos días su agenda de presidente de Gobierno; e, incluso, llegó a presidir la capilla ardiente, agradeciendo su presencia a todo el que acudía a presentar sus respetos. Qué menos podía exigirle Felipe González.

Rubalcaba tuvo un funeral de Estado reservado sólo al Rey y a los jefes de Gobierno. Creo, honradamente, que ha sido merecido y lamento que otros (el último, el grandísimo Pérez Llorca) no lo hayan tenido o vean sus honores retirados, como Manuel Fraga, en un intento por reeditar el odio entre las dos Españas.

“No me viene bien, pero cuenta conmigo” le dijo Alfredo Peréz Rubalcaba al Rey cuando le pidió su apoyo. No estaría de más que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hiciese, alguna vez, algo que no le viniera bien a él y sí a España. Sánchez ha querido, estos días de campaña electoral, ser el protagonista del duelo, pero las comparaciones le restan.

Lo último en Opinión

Últimas noticias