Una patética demostración de impotencia

Una patética demostración de impotencia

En un rapto de ingenio muy propio de la formación populista, Podemos ha decidido usar ilegalmente la imagen del director de OKDIARIO, Eduardo Inda, como reclamo para recolectar fondos ante la próxima campaña del 10-N. «Va a dormir más tranquilo si no haces un microcrédito a Podemos», se lee en el cartel diseñado por la formación morada en el que aparece la cara del periodista. Todo un ejemplo de imaginación, un derroche de creatividad para conseguir que una militancia cada vez más exigua vuelva a rascarse el bolsillo.

Que Podemos no encuentre mejor argumento que utilizar el rostro de Eduardo Inda revela hasta qué punto la vacuidad de ideas es la seña de identidad de un partido que tiene que recurrir a la descalificación de distintos profesionales -junto a la imagen del director de OKDIARIO aparecen las de otros personajes del mundo de la empresa y la economía, como Ana Patricia Botín, presidenta de Banco Santander, o Antonio Garamendi, presidente de la CEOE-para tratar de recaudar fondos ante unos comicios que Podemos afronta no solo menguado de recursos, sino, lo que es mucho más grave, de propuestas y proyectos.

La impotencia que refleja la campaña recaudatoria del partido de Pablo Iglesias es sencillamente patética, no porque honre con sus ataques a Eduardo Inda -«tertuliano y ¿periodista?»-, sino porque es exactamente la campaña que cabía esperar de una formación que avanza a pasos agigantados hacia la irrelevancia política.

Si Pablo Iglesias entiende que la imagen de Eduardo Inda y otros personajes relevantes de la vida española puede obrar el milagro de enderezar el rumbo de una formación que ha llevado al borde del abismo, es que el secretario general de Podemos no es consciente del daño que le ha hecho a su partido.

Si el director de OKDIARIO es la baza comercial y electoral de la formación morada, es que Pablo Iglesias ha perdido definitivamente el contacto con la realidad y ya no le queda más recurso que el de la descalificación y la ofensa personal.

Al final, Pablo Iglesias se ha retratado. Recurrir a Eduardo Inda, Ana Patricia Botín o Antonio Garamendi como coartada para tratar de disimular sus errores no le va a servir de mucho. Si acaso para hacer más visible su irreversible proceso de dilución como dirigente político.

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