El paro supone la muerte social
La Encuesta de Población Activa correspondiente al tercer trimestre de 2016 alienta esperanzas para los optimistas, confirma pesadumbres para los pesimistas y sitúa objetivamente las cosas para los realistas. En el lado positivo, tenemos el aumento de 226.500 ocupados y el descenso en el número de parados en 253.900 personas. Aspecto reconfortante es la caída de la tasa de paro por debajo del 19%, al 18,91%, y que una serie de comunidades autónomas sitúan su desempleo, al acabar el tercer trimestre del año, es una tasa inferior al 15%. En concreto, Aragón (14,88%), Baleares con un magnífico registro del 10,60% que la coloca como la región con menor tasa de paro en España, Cantabria (12,53%), Castilla y León (13,91%), Cataluña (14,63%), Navarra (12,41%), País Vasco (12,80%), La Rioja (13,57%).
La mayor parte de las autonomías que mejoran su tasa de desempleo se caracterizan por el peso de su industria y, en el caso concreto de Baleares, por su industria hotelera y el favorable impacto del turismo en un año simplemente espectacular. De hecho, varias de esas regiones se han visto muy animadas por una campaña turística excepcional. Si hay turismo se genera actividad económica y la cadena va produciendo sus efectos bonancibles en forma de creación de empleo. La duda existencial en España, tras conocer los buenos datos que arroja un magnífico verano en el que los turistas venidos de tantos y tantos lugares nos visitan y dejan aquí sus dinerillos, algunos más y otros menos, es si seremos capaces de mantener el tipo o, cuando el otoño ya se asiente en nuestras vidas, con ese fatídico cambio horario que golpea nuestros ritmos vitales, todo seguirá igual, es decir, que el paro retornará a esa fatídica tasa en torno al 20%.
España lidera junto con Grecia (23,4%) el ranking de desempleo en Europa. La República Checa (3,5%), Alemania (4,2%), Malta (4,8%), Reino Unido (4,8%), Hungría (5,1%) son los países con menos desempleo en la Europa de los 28 cuya tasa de paro es del 8,6%. En la Zona Euro, el paro, en promedio, se sitúa en el 10,1%. Después de Grecia y España, el siguiente país con el paro más alto es Croacia (12,9%), seguida de Chipre (12,1%), Italia (11,4%), Portugal (11%) y Francia (10,5%). Estos datos están referidos al mes de agosto de 2016, según Eurostat. Es indiscutible que nuestro paro es muy elevado. La conclusión es obvia tras tantos años con un paro tan preocupante: nuestro modelo económico y productivo no da para más, no hay más trabajo del que tenemos. Y si no cambia ese modelo aun cuando se produzcan ligeras fluctuaciones más o menos puntuales, nuestra enfermedad crónica del desempleo continuará. Esta reflexión va de consuno con otra. ¿Hasta qué punto influye en la contratación de personal por parte de nuestro tejido empresarial que los costes laborales sean muy elevados?
Nos quejamos de las bajas rentas que se perciben, en general, en España. Nuestros sueldos están más próximos a nuestros socios europeos que son los países del Este que no a nuestros otros socios europeos que conforman la otra Europa, esa que va desde Francia hasta Dinamarca y Finlandia, que pasa por Alemania y el Benelux, que salta a Reino Unido e Irlanda… esa otra Europa que constituye nuestra referencia. ¿Cómo cambiar esa tendencia de paro tan insoportable y de rentas bajas? España necesita nuevas empresas y unas nuevas coordenadas económicas. ¿Las creamos nosotros o vienen de fuera? ¿Podemos dejar de lado nuestra típica miopía cortoplacista y computar una visión largoplacista? ¿Constituye España una especie de Eldorado cuando la inestabilidad política impide saber dónde estamos y adónde vamos, con un gobierno, en funciones o no, que solo improvisa y para quien lo que hoy es blanco, mañana es negro, con una cascada imparable de leyes, con la inseguridad jurídica imperando y con una Administración excesivamente hostil con la clase empresarial?
Así que una manera de competir es la de abrazarnos a la economía low cost, o sea, precios bajos que, a la corta y a la larga, implican costes bajos, exiguos salarios, factores productivos baratos y, a la postre, economía a la baja con clientes de bajo poder adquisitivo y con precios poco remuneradores, en un afán de suplir con cantidad la siempre venerable calidad. España necesita de un Moisés en lides económicas que sepa llevarnos a la tierra prometida. ¿Dónde está, quién es él, a qué dedica su tiempo libre…? Claro que habrá quien piense en que ese Moisés que está por venir igual tarda 40 años en dar con el lugar que buscamos económicamente hablando… Hoy en día, nuestro Moisés dispondría de GPS con lo cual tardaría mucho menos tiempo en acceder y guiarnos hacia la tierra prometida. Aunque depende de si el GPS es baratillo, digno de economía low cost, o no.