Semana Santa 2025

Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año

Semana Santa fecha
Blanca Espada

Hay años en los que llega antes de que empiece abril, y otros en los que parece que no se adelanta una vez ha comenzado la primavera. La Semana Santa es una de esas festividades que no tiene una fecha fija en el calendario, lo cual desconcierta a muchas personas. Mientras que otras celebraciones religiosas como la Navidad o la Asunción de la Virgen se mantienen inamovibles año tras año, la Semana Santa parece seguir su propio ritmo. Pero ¿por qué ocurre esto?

Es algo que a menudo se da por hecho sin que nos paremos a pensar demasiado. Sabemos que cada año cae en fechas distintas y que siempre implica un puente, unas vacaciones escolares y una programación especial en televisión, pero pocas veces nos cuestionamos el motivo real. ¿Tiene que ver con la historia, con la Iglesia, con algún tipo de cálculo matemático, o con todo a la vez? La respuesta, como suele pasar con las grandes tradiciones, es una mezcla de religión, astronomía y decisiones históricas que se tomaron hace siglos y que seguimos arrastrando hoy. Aunque pueda parecer un caos, en realidad hay una lógica muy precisa detrás del calendario de la Semana Santa. Y todo tiene que ver con la luna, los equinoccios y una reunión muy importante que tuvo lugar en el siglo IV. Vamos a explicarlo paso a paso.

Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año

Si comparamos la Semana Santa con otras celebraciones religiosas, el contraste es evidente. El nacimiento de Jesús se celebra cada 25 de diciembre, la Epifanía cada 6 de enero, y el día de la Asunción de la Virgen se mantiene fijo el 15 de agosto. En el calendario litúrgico, la mayoría de fechas son estables. No se mueven, ni un día arriba ni un día abajo. Entonces, ¿por qué la Semana Santa no sigue esa misma lógica?

Esto ocurre porque la mayoría de esas fiestas están vinculadas al calendario solar. Es decir, su posición en el año depende del movimiento de la Tierra alrededor del Sol, lo que permite que se fijen de forma permanente. En cambio, la Semana Santa está completamente ligada al calendario lunar, el mismo que utilizaban los judíos en la antigüedad. Ahí empieza la diferencia, y también la explicación.

El calendario lunar y el origen judío de la Pascua

Para entender por qué la Semana Santa varía, hay que mirar hacia sus raíces: el judaísmo. La muerte y resurrección de Jesús se produjeron durante la celebración de la Pascua judía, que conmemora la liberación del pueblo de Israel de Egipto. Esta fiesta, conocida como Pésaj, no se fija por un día concreto del calendario solar, sino que depende de las fases de la luna y de la llegada de la primavera.

Los judíos celebraban la Pascua en la primera luna llena después del equinoccio de primavera, y esta fue precisamente la fecha en la que Jesús fue crucificado según los evangelios. Por eso, los primeros cristianos comenzaron a conmemorar la Pasión de Cristo siguiendo ese mismo patrón. Así, el calendario lunar se convirtió en la clave de una de las festividades más importantes del cristianismo.

El Concilio de Nicea y la decisión clave

Durante los primeros siglos del cristianismo, no todos celebraban la Pascua en la misma fecha. Esta diferencia causaba confusión, e incluso tensiones entre comunidades cristianas. Para unificar criterios, en el año 325 d.C. se celebró el Concilio de Nicea, convocado por el emperador romano Constantino. Fue allí donde se tomó la decisión que seguimos respetando a día de hoy.

Se acordó que el Domingo de Resurrección debía celebrarse el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera. Es decir, entre el 22 de marzo y el 25 de abril, dependiendo del año. Este acuerdo permitió establecer un sistema común para toda la Iglesia, aunque con la peculiaridad de que no habría una fecha única para cada año.

¿Y qué pasa con el Carnaval?

Aquí entra otro dato curioso: si la Semana Santa depende de la luna llena, el Carnaval también. Esto se debe a que el Miércoles de Ceniza, que marca el inicio de la Cuaresma, se celebra 46 días antes del Domingo de Resurrección. Así, el calendario del Carnaval se mueve al ritmo de la Semana Santa, lo que explica por qué algunos años hay desfiles en febrero y otros casi en marzo.

Esto significa que no sólo la Semana Santa depende del cielo, sino que todo lo que ocurre antes de ella también se adapta a ese mismo cálculo. De hecho, basta con mirar cuándo es la luna llena después del 21 de marzo para saber qué día tocará el Domingo de Pascua ese año… y a partir de ahí, se reconstruye todo el calendario litúrgico.

Aunque pueda parecer enrevesado, este sistema tiene mucho sentido cuando se conoce su origen. La Semana Santa no cambia de fecha por capricho, sino porque sigue una tradición que mezcla la historia del cristianismo con los antiguos calendarios judíos y con fenómenos astronómicos tan universales como el ciclo lunar. Y quizás, justo ahí, está parte de su encanto.

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