Los parches de Sánchez
Hace meses, el Gobierno trató de vender como un éxito que Bruselas haya aceptado una especie de excepción ibérica en materia de energía, para que España y Portugal pudiese establecer un tope al gas. Con ello, sin embargo, sólo consiguió abaratar el gas que nos compra Francia, que incrementó las importaciones que nos hacía, a costa del contribuyente español, pues esa diferencia la pagarán o los contribuyentes, vía impuestos o deuda, o algunos clientes españoles, vía repercusión en el precio. Que la Comisión Europea haya anunciado la reforma del mecanismo de formación de precios no significa lo mismo, sino que estudiarán que el gas deje de marcar el precio marginal al que se contrata toda la energía, elemento que fue impuesto en su momento en el delirio de la UE por querer sustituir unas fuentes de energía sin tener todavía otras sustitutivas de manera abundante, eficiente y barata.
Previamente, Sánchez había desdeñado el plan que le presentó el PP para bajar impuestos, especialmente los de la luz y el gas, porque decía que sería inflacionista tomar dicha medida. Sin embargo, al poco tiempo, decidió bajar el IVA de la luz al 5%, rectificándose a sí mismo. Mantuvo su posición en contra a la rebaja al 5% del IVA del gas. Sin embargo, al anunciarse un debate en el Senado, decidió cambiar de posición y rebajarlo, con un nuevo cambio en su política.
Y así con todo. Sánchez carece de una política económica con la que tratar de agilizar la economía del país. Sólo se mueve entre los prejuicios demagógicos, como su negativa a apostar por las nucleares, al menos como energía de transición, y la toma de cualquier decisión que le pueda asegurar estar cinco minutos más en la cabecera del banco azul.
El Gobierno tiene que hacer dos cosas: la primera, bajar impuestos el margen en el que puede actuar, solicitar a Bruselas un margen adicional para disminuirlos todavía más y reducir aquellos impuestos en los que tiene potestad para hacerlo, como es bajar el tipo impositivo de todos los productos y servicios gravados al tipo general de IVA: no puede cambiar de grupo a los carburantes sin autorización de Bruselas, pero sí que puede reducir el IVA general a todos los grupos. Lo segundo que debe hacer es cambiar su política energética y promover un ambicioso plan de centrales nucleares y autorizar el fracking para extraer gas, elementos que nos harían menos dependientes en materia de energía y que disminuirían mucho el coste energético, con mejoras, así, en la competitividad de la industria y en el poder adquisitivo de los ciudadanos.
Ha rectificado en dos medidas. Debería hacerlo también en el resto de cuestiones. Su política de parches intervencionistas en el mercado energético -por ejemplo- con un impuesto de dudosa constitucionalidad, sólo servirá para disimular, para que parezca que hace algo, pero que enquista el problema en lugar de darle una solución, cuando lo que necesita la economía española son más reformas profundas y menos demagogia publicitaria como la aplicada por el presidente Sánchez.
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