Oxígeno para los indeseables

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El próximo 12 de octubre se cumplirán 35 años del terrible atentado terrorista de Brighton. Ese día la primera ministra británica Margaret Thatcher y su Gobierno en pleno se convirtieron en el objetivo de una acción terrorista ejecutada por el IRA (Ejército Republicano Irlandés) durante la celebración del congreso del Partido Conservador. La dama de hierro logró salvar milagrosamente la vida, no así otras cinco personas que fallecieron y los 35 heridos que arrojó aquel día negro. Thatcher se negó a sucumbir al chantaje terrorista y pronunció, como tenía previsto, su discurso al día siguiente.

Apenas unos meses más tarde, en un foro ante la flor y nata de la abogacía norteamericana, acuñó una de sus citas más famosas (con permiso del célebre “sí, yo disparé”): “Los terroristas deben ser privados del oxígeno de la publicidad del que dependen”, dijo. Obviamente, la primera ministra se refería al recurrente dilema al que se enfrentan las democracias liberales asediadas por la lacra terrorista: ¿debe prevalecer el derecho a la información o es preferible la autocensura informativa frente al marketing del terror para evitar la propagación e instrumentalización del miedo como palanca coactiva? Thatcher impidió que la BBC emitiera entrevistas o discursos de miembros del IRA y del Sinn Fein, su brazo político.

Cuando, afortunadamente, el silbido de las balas se apaga, debemos mantener la guardia alta frente a la propaganda terrorista. Es en ese momento cuando los de la cultura del coche-bomba se disfrazan de demócratas para evitar condenar su naturaleza totalitaria y criminal; cuando los que organizan homenajes a asesinos se convierten en la llave para la formación de gobiernos; cuando aquellos que antaño empuñaron un arma contra inocentes se pavonean por las televisiones sin el mínimo atisbo de arrepentimiento; cuando la voz de unos indeseables se apropia del Parlamente vasco para exigir la expulsión del constitucionalismo; cuando el máximo responsable institucional de Cataluña es recibido por el presidente del gobierno con todos los honores tras animar a los comandos violentos a aumentar la intensidad de sus acciones criminales, apelando a la vía eslovena. No se puede apaciguar al mal. Ayer la guardia civil detuvo en Cataluña a nueve individuos que preparaban un atentado terrorista en fechas próximas. Coincido con Margaret Thatcher: las democracias no pueden dar oxígeno a estos monstruos.

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