Otras elecciones, ¿para qué?

opinion-liberal-enfurrunada-interior

Organizar unas nuevas elecciones en noviembre nos costaría a los españoles entre 130 y 170 millones de euros, que quizá podrían dedicarse a algo más útil, como por ejemplo darle un par de platos de lentejas a los 197.000 niños que el socialista Ángel Gabilondo se ha inventado que «están en situación de pobreza extrema» en Madrid, cuando la cifra real, siendo dramática, es más de 20 veces menor, con lo que lo mismo además de las lentejas hay para proporcionarles las tres comidas a todos durante 3 ó 4 años. O podríamos sustituir con ese dinero, tal y como desea el sectario ministro Marlaska, las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla que fueron instaladas en 2005 por Zapatero, por otro tipo de muro menos lesivo y más eficaz para evitar la entrada de violentos inmigrantes ilegales.

Seguro que existen cientos de miles de ideas para darle mejor uso a esos millones de euros que salen del bolsillo de los españoles, incluso muchos pensamos que no deberían salir de nuestra cartera, porque gastarlos en ir a votar de nuevo es igual de inútil que quemarlos en una incineradora. No existe ninguna posibilidad de que votando de nuevo vaya a cambiar nada, excepto en los húmedos sueños de José Félix Tezanos y de Iván Redondo. Todas las encuestas que se han publicado, incluso las que manejan internamente tanto el PSOE como el PP, coinciden con lo que señala el sentido común: que desde abril hasta aquí los bloques de izquierda y derecha no se han movido y que lo único que podría afectar mínimamente al resultado sería el aumento de la abstención de unos ciudadanos cada vez más hartos de las escasas cualidades de la clase política española, con la que tenemos que enfrentarnos a la crisis económica mundial, al Brexit y al desafío independentista.

En realidad la amenaza de nuevas elecciones es una estrategia que sólo beneficia egoístamente a Pedro Sánchez. Tanto ‘su persona’ como el consejero áurico -el ínclito Iván Redondo que lo hace posar a lo John F. Kennedy, con las Ray-Ban puestas dentro del Falcon, o como todo un héroe de acción al frente del operativo militar que estaba participando en la extinción del incendio de Gran Canaria- consideran que le conviene tensar la cuerda en sus negociaciones con la extrema izquierda y los separatistas, amenazando con un nuevo proceso electoral en el que ellos creen que sus futuros socios de Gobierno se van a ver seriamente perjudicados. Y tensando esa cuerda electoral piensan que unos y otros les harán pagar un precio menor a cambio de su apoyo en la sesión de investidura, que es lo único que pretenden Sánchez y su asesor de pelo implantado.

Porque no existe ninguna posibilidad de que, haciéndonos ir a votar de nuevo en noviembre, el PSOE logre una mayoría suficiente para poder prescindir del respaldo de la ultra izquierda, los golpistas y los amigos de los etarras. Así como tampoco es posible que la oposición logre los votos suficientes como para convertirse en alternativa, ni como España Suma ni aunque se convirtieran en España Multiplica. Así pues nuestro presidente en funciones arriesga 170 millones de euros que salen de nuestros bolsillos y deja pasar un puñado meses sin actividad política de Gobierno, única y exclusivamente para mejorar su posición en la mesa de negociaciones y tratar así de ceder dos carteras del Consejo de Ministros en lugar de tres. Parece que el que dijo hace más de un año que a Franco le quedaban dos telediarios en su tumba del Valle de los Caídos no tiene ya mucha prisa. Igual con suerte hasta sale él antes.

Lo último en Opinión

Últimas noticias