La ‘okupación’, solución socialcomunista al problema de la vivienda
A estas alturas de la campaña, lo único claro es que Isabel Díaz Ayuso sigue imparable en las encuestas y que el socialcomunismo, impotente para invertir el curso de los sondeos, ve «fascistas» por todas las esquinas. Es la vieja estrategia de la izquierda: tensionar al máximo y hacer todo el ruido posible para desviar la atención de los madrileños, que asisten atónitos al «circo» montado por PSOE, Podemos y Más Madrid. Lo que preocupa a los madrileños es llegar fin de mes, la vivienda, la sanidad o la educación, pero la ultraizquierda vive en su mundo paralelo generando artificialmente problemas: ahora quiere levantar un cordón sanitario para salvar Madrid de fascismo y, de paso, se suman a manifestaciones a favor de colectivos okupas que usan espacios privados de forma ilegal para celebrar actividades de diverso tipo.
Cargos públicos de ambas formaciones se han dejado ver junto a entidades que apoyan la usurpación de propiedades ajenas. O sea, mientras miles de españoles sufren en sus carnes la ‘okupación’ de sus viviendas, un problema alentado por la izquierda, el socialcomunismo se cisca en la propiedad privada y, en lugar de ponerse en el pellejo de quienes han visto como su vivienda era impunemente asaltada, se pone del lado de los asaltadores. Quienes sufren la ‘okupación’ de sus viviendas no responden al falso estereotipo con el que se justifica el socialcomunismo: no son ricos, sino gente trabajadora que con mucho esfuerzo y sacrificio pudo comprarse un piso. De pronto, un día su vivienda fue ‘okupada’, a menudo por mafias que se benefician de una ley que defiende en mayor medida los «derechos» de los asaltantes que el derecho a la propiedad privada de los asaltados. Eso es lo que defienden Podemos y Más Madrid, invocando un sedicente derecho a no se sabe qué que se ha traducido en su apoyo a distintas asociaciones de okupas que defienden que se puedan entrar en aquellos edificios que consideren oportuno para convertirlos en lo que eufemísticamente llaman «espacios culturales». Esta es la izquierda que quiere gobernar Madrid: que Dios nos coja confesados