Ocultan lo de Cake porque les avergüenza no ser como él
Juan Ramón Martínez Minuesa, conocido como Cake Minuesa, no estudió la carrera de Periodismo, sino la de Derecho, complementada con un Máster en Producción Ejecutiva y otro en Creatividad y Humor, así como también cursó estudios de teatro y técnicas de voz porque siempre tuvo claro que se quería dedicar a esta profesión a la que lleva ya 25 años entregado. Como periodista, Cake Minuesa ha trabajado en Antena 3 TV, Cuatro TV, Telecinco, Intereconomía y Telemadrid. En 2016, Cake ficha por OKDIARIO, convirtiéndose en CiudadanOK. Desde entonces lleva ocho años desplazándose allí donde se produce la noticia, para ofrecer su punto de vista inconformista, rebelde y, sobre todo, valiente. Porque Cake lleva su cámara y su micrófono allí donde no se atreven aquellos que se las dan de periodistas auténticos, sin llegarle a la suela de los zapatos.
En enero de 2014 el colectivo de presos de ETA reunió en Durango (Vizcaya) a cerca de 80 etarras excarcelados que sumaban más de 1.500 años en condenas, para realizar una foto de familia y leer un comunicado pidiendo el traslado a cárceles vascas de sus sanguinarios cómplices. Ante el silencio de los periodistas presentes, Cake se puso en pie delante de unos pistoleros entre los que se encontraba José Antonio López Ruiz Kubati, condenado por 13 asesinatos, entre ellos el de la dirigente etarra arrepentida Dolores González, Yoyes. Mirándolos a la cara, les preguntó «si no iban a pedir perdón a las víctimas» y ante su silencio, les espetó que «no tenéis hombría ni vergüenza».
En 2017, Cake Minuesa se plantó delante de Josu Zabarte, el Carnicero de Mondragón, que, habiendo sido condenado por una veintena de atentados y 17 asesinatos por la espalda, había salido de prisión tras cumplir sólo 29 de los 615 años a que fue condenado, declarando que «yo no he asesinado a nadie, yo he ejecutado; no me arrepiento». Cake trató que tan sanguinario asesino mostrase algún signo de humanidad y pidiera perdón a sus víctimas, a lo que el pistolero le responde: «No tengo que pedir nada». Cake insiste y le pregunta: «¿No te arrepientes?», y el etarra le contesta, amenazante y altivo, a cinco centímetros de su cara: «No, de nada».
Al año siguiente, en diciembre de 2018, Cake fue a informar acerca de una movilización de los terroristas Comités de Defensa de la República (CDR), en la Vía Layetana de Barcelona, con motivo del Consejo de Ministros que Pedro Sánchez celebraba en la Ciudad Condal. Mientras hacía su trabajo, un violento miembro de los CDR le propinó un fuerte puñetazo delante de las cámaras, como consecuencia del cual le rompió la nariz.
Existen otros muchos ejemplos que demuestran que, pese a no haber estudiado la carrera de periodismo, en los 25 años que lleva ejerciendo la profesión Cake Minuesa ha demostrado sobradamente que es un periodista de raza que hace su trabajo con mucha más profesionalidad que todos aquellos supuestos compañeros que se han quedado callados como puertas sin denunciar que la narcodictadura venezolana había secuestrado a Cake para impedirle ejercer la libertad de prensa en el simulacro de proceso electoral por el que Maduro trata de perpetuarse en el poder. Ni una queja de los periodistas contratados por los pseudomedios de izquierdas, pero tampoco de los que trabajan en El País, El Español, La Vanguardia, El Mundo, 20 Minutos, El Periódico, la Ser, la Cope, Onda Cero, ni RTVE. Ni una palabra de la Asociación de la Prensa de Madrid, ni ninguna otra asociación de periodistas, para denunciar los abusos sufridos por un compañero. Nada más que silencio vergonzante.
El periodismo directo, valiente y comprometido que practica Cake Minuesa debe avergonzar a todos los que permanecen callados. Porque cuando se ve la forma como Cake ejerce la profesión ellos mismos deben verse ridículos, cobardes y sumisos. Por eso callan y así intentan que nadie se entere de que, con un micrófono y una cámara, Cake es capaz de sacar a la luz todas las miserias que ellos no se atreven.
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