El nuevo alarde de Pablo Iglesias: el tuteo al Rey

El nuevo alarde de Pablo Iglesias: el tuteo al Rey

El vicepresidente segundo del Gobierno acaba de apuntarse hace unos días un buen número de puntos en su carrera para demostrar que él es más audaz que nadie frente al Jefe del Estado, al que está claro que quiere desalojar en un futuro no muy lejano de su residencia junto al Palacio de la Zarzuela. Frente a los políticos de cualquier signo que hasta ahora han mantenido despachos y audiencias con los sucesivos representante de la institución monárquica, Juan Carlos I y Felipe VI, que han dado a los dos monarcas el tratamiento adecuado a su rango de primera autoridad del país, el líder de Unidas Podemos ha declarado al periódico italiano La Stampa  que él le habla al Rey de tú, es decir, le tutea. Supongo que lo hace para demostrar que él no es menos que el monarca y que puestos a ser campechanos, como se decía del anterior rey, pues Iglesias se atreve a hablarle de tú a don Felipe.

El mandatario de UP, guiado de su espíritu de que aquí, en este país, no tiene por qué haber personas que reciban un tratamiento diferenciado, y que nadie merece ser digno de un protocolo que viene de muchos siglos atrás, ha decidido tirar por la calle de en medio y llamar al Rey Felipe por su nombre sin respetar el tratamiento habitual de dirigirse al monarca como Señor y menos aún como Majestad. Iglesias ha ido un escalón más abajo de los que empezaron a rebajar el tratamiento al Jefe del Estado llamándole ciudadano Borbón como hicieron primero el dirigente comunista Julio Anguita y después su sucesor Cayo Lara.

Ninguno de los dos, sin embargo, llegó a rebajarle tanto el rango y llamar directamente por su nombre a don Juan Carlos aunque sospecho que Anguita mantuvo por lo menos el usted al hablar con el anterior monarca, más que nada por aquello de la buena educación.

En cualquier caso, las declaraciones de Pablo Iglesias al diario turinés La Stampa en las que se permitió presumir de lo que se podría tratar de ‘compadreo’ al tutear al Rey de España, indica que el dirigente de la izquierda radical cada vez está más dispuesto a hacer valer sus puntos de vista no sólo dentro de España sino también en el extranjero. Consciente de que sus votos son absolutamente necesarios para que el PSOE pueda seguir en el poder, se jacta de ir en contra de la forma de estado que rige en su país –la Monarquía parlamentaria- se salta a la torera la promesa de guardar y hacer guardar la Constitución que prometió ante el Rey en el Palacio de la Zarzuela y se toma a chacota lo de la lealtad al Jefe del Estado.

Todo ello con el silencio cómplice de quien debería llamarle la atención al recién llegado a las instituciones del Estado y advertirle de que, como dice Serrat en su canción, “eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca”.

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