La UEFA tiene que echar a los rusos

La UEFA tiene que echar a los rusos

La UEFA debe ser inflexible ante los actos de violencia. Las amenazas y advertencias por parte del máximo organismo del fútbol europeo son sólo excusas para no encarar el problema. Su Comisión de Control, Ética y Disciplina ha de responder con hechos y castigar sin miramientos a las selecciones cuyos aficionados conviertan las ciudades francesas en campos de batalla. Por eso, las sanciones deportivas se hacen inevitables y Rusia tiene que ser expulsada de la Eurocopa. La permisividad con ellos ha provocado un efecto contagio que este viernes ha tenido su última réplica en el partido entre la República Checa y Croacia. En él, aficionados croatas han arrojado bengalas al campo y han herido a un voluntario de la UEFA. Un acto condenado por el propio seleccionador croata Ante Cacic: «No son aficionados, son terroristas del deporte». En casos de esta gravedad, si los castigos se reducen a multas económicas, los ultras lo tomarán como un cheque en blanco y la brutalidad seguirá presente en estadios y calles. Resulta lamentable que durante la primera semana de competición se hable más de heridos y antidisturbios que de fútbol.

La constante presencia de bengalas y otros objetos peligrosos dentro de los estadios demuestra también un considerable descontrol en los accesos. Una laxitud preocupante si tenemos en cuenta que el país galo lucha, al mismo tiempo, contra la amenaza terrorista del islamismo radical. La federación croata tendrá que pagar 150.000 euros, tal y como hicieron los rusos tras los altercados ante los ingleses del pasado 11 de junio. Una medida que se demostró inútil, ya que días después los radicales de ambas selecciones seguían peleando en las calles de Lille. De ahí que, aunque sea injusto para los jugadores, sean inevitables las sanciones deportivas así como la inmediata expulsión del país de cualquier persona que esté involucrada en altercados de este tipo. Como gran evento deportivo y económico, la Eurocopa debería transmitir unos valores de concordia muy alejados de los que están reinando en Francia. Desde que arrancara la competición, hace justo una semana, hay más de 300 detenidos, 40 heridos y 20 hospitalizados.

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