El NO de Casado: ¿el final del PP?

El NO de Casado: ¿el final del PP?

La moción de censura de la semana pasada se saldó con sorpresa: Pablo Casado, que desde su elección como líder del PP nunca dejó de mirar de reojo a Vox, decidió volar los puentes con la formación alterpatriota y abrazarse al extremo centro. En realidad esta posición no es ninguna novedad, pues Casado ha sido muy centrado desde el principio. Sin embargo, sus constantes invitaciones a que los votantes de Vox votasen al PP (sin razones de fondo) generaron en los medios una gran confusión al respecto. La maniobra merece ser examinada por su trascendencia en el conjunto del sistema de partidos en general, y en la derecha en particular.

En el conjunto del sistema de partidos, lo natural habría sido que, si el PP quería comerse a Vox, se abstuviera. Así lo hizo el PSOE en la moción de Podemos de 2017 para seguir compitiendo con la formación comunista por los mismos votantes. Sin embargo, al votar que no, Casado apuntó hacia otro objetivo: los votantes de Cs y los socialistas desencantados con las políticas antisistema de Sánchez. De modo que, al igual que el PSOE trabaja para ganar el voto de Podemos, el PP pretende comerse al «podemos de derechas» (Ciudadanos), aunque el precio sea volar la derecha (precio del que se lamenta la sociedad civil conservadora).

Y es que precisamente en la derecha es donde está la principal novedad. El PP había sido desde siempre un partido plural y amplio capaz de albergar a todas las corrientes del centro y la derecha (conservadores, liberales, democristianos, regionalistas, centristas, azules, tecnócratas…). El giro dado por Casado implica un cambio de gran trascendencia histórica: el PP renuncia a todo lo que hoy representa Vox (un espacio difícil de describir que va desde el liberal-conservadurismo clásico hasta la derecha alternativa nacida de las tensiones mundiales recientes).

La maniobra podría tener un impacto relevante en la transformación política de España. Hay que recordar que, desde 1977 hasta 2017, siempre las izquierdas sumaban más votos que las opciones no izquierdistas y que esta tendencia se rompió en Octubre del 17: todas las encuestas desde la crisis catalana hasta la foto de Colón mostraban una mayoría no socialista. Cuando la tendencia parecía clara, la foto de Colon lo arruinó: el votante de centro-izquierda nacional, espantado por Vox, cedió en su apoyo a Cs y PP. Casado ha decidido romper dicha foto, y con ella el hechizo del que se sirvió Iván Redondo para convertir el “bloque Frankenstein” de la moción en victorias electorales en contra de los pronósticos. A partir de ahora, la alternativa al socialismo tendrá dos opciones que necesitan exhibir sus diferencias para dar resultado en la transferencia de voto desde la izquierda: el centro exquisito (PP+Cs) y el patriotismo alternativo (Vox), que ya no deben aparecer como un bloque.

Si la operación de Casado da resultado (para lo cual mucho voto del PSOE tiene que ir al PP), el nuevo PP conseguirá un éxito, sin duda. Un buen modo de hacerla creíble, seria cambiar de nombre el partido, generando una nueva marca en la que PP y  Cs se refundasen, y llevarse la sede lejos de Génova 13. Si la operación no cuaja, el PP y Cs se convertirán en una minoría tipo el CDS de los 80.

Tanto si pasa una cosa como si pasa la otra, el PP habrá terminado tal y como lo conocemos, pues si se hunde ya no será el gran partido aglutinante que canalizaba la alternativa al socialismo; y si triunfa ya no será el PP, al haber derruido la casa común del centro derecha para ser un partido liberal en lo económico pero sometido al marxismo cultural en lo social.

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