Ni ejemplaridad, ni liderazgo, ni solvencia

Ni ejemplaridad, ni liderazgo, ni solvencia

Van pasando las semanas desde que estallara la crisis del coronavirus en España y la situación es cada vez más preocupante.

Lo es, en primer lugar, por las cifras de contagios y de fallecimientos.
Es inaceptable que un país como España, que tiene uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, esté a la cabeza en contagios entre el personal médico. El gobierno asumió hace casi tres semanas centralizar la compra de EPIs, liberando a las comunidades autónomas de esa gestión. Sin embargo, pasan las semanas y nuestro personal sanitario sigue dando la batalla totalmente desprotegido. ¿Dónde están estos equipamientos? ¿No se dan cuenta de que de la salud de los sanitarios de este país depende la del resto de los españoles?

En cuanto al número de muertos, ayer el señor Casado señalaba acertadamente la desproporción que supone que España, un país que apenas representa el 0,6% de la población mundial, tenga la friolera del 16% de fallecidos por esta pandemia. Un 27% más de lo que estadísticamente correspondería.

¿Y cuál fue la reacción del presidente? Echar balones fueras: que si la culpa era de las comunidades autónomas, que si a mi vecino le ha pasado lo mismo… ¡Madure, señor Sánchez! Los españoles nos merecemos un poco más de seriedad.

En segundo lugar, preocupa la falta de capacidad de reacción del Gobierno de Sánchez y la ineficacia de sus medidas cuando reacciona. Al tiempo perdido desde que el Gobierno supo de la gravedad de esta pandemia hasta que decidió tomar medidas y declarara el estado de alarma, ahora hay que sumar la falta de contundencia en las limitaciones de actividades.

¿Por qué se siguen permitiendo obras y mudanzas? ¿Qué necesidad hay de ver jardineros cortando el césped o podando arbustos? Como bien pide la presidenta madrileña Díaz Ayuso o el presidente murciano López Miras, hay que limitar lo antes posible el desarrollo de actividades profesionales y ceñirse a las estrictamente necesarias para garantizar los servicios esenciales.

Y aquí, hablando de la incapacidad de este Gobierno, es donde nos encontramos con uno de sus errores más graves. ¿Cómo es posible que, tal y como ha reconocido China, el Gobierno comprara el material a una empresa que ejerce sin licencia? ¿Son conscientes de la gravedad de esta negligencia? ¿De lo que supone que se haya estado enviando a casa a personas contagiadas porque los tests defectuosos daban falsos negativos? ¿Cómo pretenden frenar así la pandemia?

En tercer lugar, permítanme hablar de ejemplaridad. O más bien de falta de la misma. ¿Cómo se justifica que el señor Iglesias, ni más ni menos que vicepresidente del Gobierno, se haya saltado la cuarentena en cuatro  ocasiones?

Margaret Thatcher siempre decía que había que liderar dando ejemplo. ¿Qué legitimidad tiene este Gobierno para pedirnos que respetemos el confinamiento o las cuarentenas si ellos, televisadamente, se lo saltan?

En resumen, que ante la peor crisis de la historia de España, tenemos un Gobierno sin liderazgo alguno, insolvente en la gestión y falto de la más mínima ejemplaridad.

Señor Sánchez, asuma de una vez sus responsabilidades, póngase a trabajar de verdad y si se ve incapaz, tenga un poquito de humildad, dé un paso a un lado y déjese asesorar. Tiene unos cuantos alcaldes y presidentes regionales de los que aprender.

Y termino dando las gracias al Rey. Su visita de hoy al hospital de campaña de Ifema supone una inyección de fuerza para todos los españoles: para los que están enfermos y para los que nos sentimos abandonados por este Gobierno. ¡Al menos el Jefe del Estado tiene el valor de dar la cara! ¡Hay esperanza!

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