La Navidad ‘internet’

Navidad internet

¿Te suena extraña la combinación de Navidad e internet? Si es así, es que claramente aún no te has dado cuenta de cómo esta tecnología ha penetrado en todas nuestras tradiciones; tanto, que nada tienen de como las vivíamos hace tan sólo 20 años. Por supuesto, también existen otros factores que han ayudado que nuestras tradiciones cambien, pero internet es la que más nos ha empujado a ello.

Veamos tan sólo algunos ejemplos de estos cambios.

Tarjetas de Navidad: Cada diciembre, yo tenía que escribir a mano los sobres (100 aproximadamente) de las tarjetas o christmas que mis padres habían mandado imprimir. Aún recuerdo que cada uno de nosotros recibíamos entre 50 y 60. Hoy las felicitaciones las hacemos a través de tarjetas digitales, gifs, memes, con frases preestablecidas que nos han enviado y que nosotros reenviamos una y otra vez a través de WhatsApp. Las empresas, por su parte, recurren a emails con los mismos mensajes despersonalizados y simplistas de todos los años. ¿O recuerdas algún mensaje memorable que te hayan enviado el año pasado?

La música era muy importante: Recuerdo ir a la tienda de discos con mi padre para comprar la recopilación de fin de año que nos recomendaban, junto con los villancicos; luego, en la cena, un tío o un primo se levantaba todo el tiempo de la mesa para hacer de DJ. Hoy todo eso se reduce a descargar una lista en Spotify, que en la mayoría de los casos está hecha por inteligencia artificial.

El árbol: Cada año, comprábamos un pino y musgo para el Belén, hasta que los prohibieron por antiecológicos. Así que nos pasamos al musgo sintético y al árbol de plástico. ¿Esto no es más contaminante para el medio ambiente? Luego, un domingo nos íbamos a un mercado de navidad a comprar adornos para el árbol, sin ninguna guía o uniformidad. Hoy millones de influencers te enseñan a instalar el árbol (como si fuera tan difícil) y a decorarlo de acuerdo con la tendencia del año. No olvides, la estrella debe estar coordinada con el reno, el Papá Noel, las bolas, las campanas, etc., y por supuesto, todo el kit lo encuentras disponible en Amazon proveniente de Estados Unidos o China.

Podría seguir con más ejemplos, porque la lista es larga, pero ahora me gustaría que centráramos toda nuestra atención en algo que es constante en los casos anteriores. Gracias a internet, cada vez es más rápido y eficiente «tener algo», ya que no tenemos que desplazarnos para comprar, y esto -por lógica- nos debería «hacer ganar» tiempo libre para emplearlo en otras cosas. Mi pregunta es: ¿en qué estas empleando ese tiempo?

La respuesta la tiene tu teléfono, cada vez que te indica el tiempo que pasas en la pantalla a diario (descarta lo laboral), y que ha ido creciendo en la medida en que creemos que podemos ahorrarlo gracias a pedir cosas por internet. O sea, internet nos libera tiempo en labores humanas, para que lo utilicemos en estar más conectados a este servicio. Ya veo a Nietzsche aplaudiendo con las orejas al ver cómo su teoría del eterno retorno la estamos viviendo en la era digital en todo su esplendor.

No quiero parecer nostálgica o comenzar a decir que todo tiempo pasado fue mejor. Sin embargo, no podemos perder de vista que el mayor logro –o perjuicio- de internet es cortar la comunicación e interacción humana física, haciéndonos creer el falso paradigma de la globalidad: conéctate con el mundo, cuando quieras y como quieras, pero desde la soledad de tu casa.

En serio, ¿para eso hemos ganado tanto tiempo?

Es paradójico y frustrante cómo la era de mayor conexión digital nos ha traído problemas de soledad, de precariedad humana y de enfermedades mentales. Así que, tal vez esta Navidad, podrías tener la excusa perfecta para desconectarte de lo digital, levantar la mirada y conectarte a lo humano. A nadie le sienta mal un buen abrazo de un ser amado real.

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