Un mes perdido
Ya ha transcurrido un mes desde que el pasado 15 de marzo entrase en vigor el estado de alarma decretado por Pedro Sánchez. Aquel día se declararon en España 2.000 nuevos casos y oficialmente fallecieron 152 personas. Hoy 14 de abril, tras un mes en el que nos han tenido a todos encerrados en casa, se han declarado 3.045 nuevos casos y 567 nuevos fallecidos oficiales; aunque todos sabemos con certeza que esta cifra es sólo una minúscula parte de la dantesca realidad que nos rodea.
Igual que sucedía cuando se decretó el estado de alarma, las farmacias siguen desabastecidas; no tenemos mascarillas ni siquiera de esas quirúrgicas que no nos protegen adecuadamente, no hay guantes, sigue escaseando el gel desinfectante y no tenemos test diagnósticos un mes después de que el Gobierno socialcomunista haya asumido en exclusiva la responsabilidad de proveernos de todo ello, atribuyéndose la facultad de incautar cualquiera de estos materiales. Y la cifra oficial de muertos diarios se ha multiplicado por cuatro.
Los informativos de nuestras subvencionadas cadenas de televisión nos ocultan las imágenes de cómo se están hacinando los más de 18.000 cadáveres de víctimas oficiales de esta pandemia, que se suman a ni se sabe cuántas decenas de miles más que no se cuentan oficialmente. Pedro Sánchez ni ha decretado el luto oficial, ni usa una corbata negra como muestra de respeto, reconocimiento y recuerdo de tantas decenas de miles de compatriotas fallecidos por su culpa.
Tan sólo aparece en nuestras televisiones en horarios de máxima audiencia y se marca unos monólogos interminables, plagados de bulos y mentiras que pretenden hacer creer a la población más desinformada que su gestión está siendo acertada y que está dando unos frutos que se encuentran en el extremo contrario a la realidad.
Porque la única verdad no la muestran las televisiones públicas o subvencionadas. La realidad es que si ya actuó de forma negligente, retrasando la adopción de medidas de protección adecuadas contra una pandemia de la que todos los organismos internacionales le estaban advirtiendo, y lo hizo por motivos sectarios e ideológicos, para no impedir la celebración del aquelarre comunista del 8M; aún mucho más culposa y negligente ha sido la actuación de su Gobierno de incompetentes a partir del día siguiente de que se celebraran aquellas manifestaciones neofeministas.
El número de fallecidos oficiales, sin contar los que se nos pretenden ocultar, sitúan a España como líder mundial indiscutible en tasa de muertes por habitantes y esa vergonzosa posición se afianza cada día. La gestión unificada de las residencias de ancianos, en manos de su vicepresidente Pablo Iglesias, las ha convertido en morideros donde, en palabras de Macarena Olona, se practica sin pudor la eutanasia.
A las 8 de la tarde salimos a nuestras terrazas y balcones a expresar nuestro agradecimiento a todos esos héroes que conscientemente están arriesgando sus vidas, porque Pedro Sánchez les hace luchar sin medios contra la enfermedad. Sanitarios, farmacéuticos, bomberos, militares, miembros de las FFCCSS del Estado, empleados de pequeños y grandes comercios de alimentación… todos aprietan los dientes y siguen luchando porque ese es su deber y su vocación. Pero aplaudirles ya no es suficiente. Llevamos un mes aplaudiendo y la situación no ha mejorado. La cifra de muertos e infectados no es infinitamente más alta sólo porque estamos todos encerrados, que es lo único que ha sabido hacer Sánchez.
Debía haber aprovechado este mes para dotarnos de los equipamientos y las infraestructuras necesarias para volver a reactivar la economía sin riesgos, para que el remedio de tenernos encerrados no se convierta en algo peor que la enfermedad de la que nos protegemos. Para que la economía de España no se destruya. Un mes ha sido suficiente tiempo para demostrar que no sabe o no quiere hacerlo, no debe tener más oportunidades, ahora el Gobierno sólo debe dimitir.