La mayoría social no sabe por dónde tirar

Llega el “ferragosto”. Aquí sólo quedan aquellos que no pueden pagarse un hotel en la playa, un billete de avión o llenar el depósito de su automóvil. Quizá más millones de españoles que nunca en las últimas décadas. Sólo hay que ver los estudios demoscópicos realizados al respecto. La huida de la realidad, sin embargo, no cambia el escenario. Los españoles reciben agosto en medio de un creciente pesimismo sobre su futuro inmediato, sobre todo, económico y social. Media España está en llamas, la inflación repunta hasta el 10,8; lo nunca visto en tres décadas. A las empresas no les llega la persiana al cuello y los autónomos (millones en autoempleo) saben que su suerte está echada para la mayor parte de ellos. La gran diferencia entre las empresas y las naciones es que las primeras pueden desaparecer, las naciones difícilmente.
Hay una mayoría social en la España de Sánchez que está hasta la raíz del cabello. Algo perfectamente descriptible y tabulable, pese a los cotidianos intentos de manipulación y engaño por parte de una entente gubernamental (junto con su brunete mediático) desnortada, incapaz, guerracivilista y técnicamente mala. A esa mayoría social es a la que apela constantemente el jefe de la oposición, Alberto Nuñez Feijòo. El escenario es similar, aunque agravado en todos los frentes, al vivido en el 2010 con el inexportable Zapatero -el mismo que se muestra orgulloso de Chaves y Griñán- cuando condujo al país hasta el abismo. Ahora, la deuda pública es impagable y el frenazo al empleo o veremos en los próximos meses.
La gran tarea del presidente del Partido Popular, reconociendo las dificultades objetivas ante un Gobierno dispuesto a utilizar todo lo utilizable, es poner en pie esa mayoría que anhela un cambio y el recambio de los conductores de una nación a la deriva. Insisto, fácil no es. Los políticamente muertos se resisten a entrar en el ataúd. La apelación a esa nueva mayoría social surgida del fracaso estrepitoso y en todos los frentes de sanchismo/podemismo debe hacerse sin distingos de siglas, incluso, ideologías de cada cual. Lo urgente estriba hoy en salvar a los millones de españoles pobres, cada vez más, revitalizar las decaídas clases medias y recuperar el orgullo de pertenecer a un país que, hoy por hoy, está en almoneda.
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