Marruecos huele la debilidad de Sánchez y eleva la tensión al límite
Marruecos eleva el tono mientras el Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez, el mismo que decía que el multitudinario asalto a Ceuta no guardaba relación con la presencia en España del líder del Polisario, Brahim Ghali -en libertad sin medidas cautelares tras declarar ante el juez-, sigue sin encontrar una salida a la gravísima crisis diplomática. La Policía española pide refuerzos en previsión de que vuelva a registrarse un multitudinario asalto en Ceuta y Melilla, mientras Rabat, en un comunicado conjunto de los ministros de Interior y Exteriores, acusaba al Ejecutivo español de utilizar la cuestión migratoria como coartada para eludir las v verdaderas causas de la crisis: la actitud de España con respecto al Sáhara y los intentos del Gobierno de Sánchez de ocultar el hecho de que el líder del Polisario recibió cobertura del Ministerio de Exteriores español para que Marruecos no detectara su presencia en Logroño. Lo cierto es que desde hace meses Marruecos venía expresando al Gobierno de Sánchez su malestar y el culebrón de Brahim Ghali -el avión argelino que pretendía repatriarlo tuvo ayer que dar media vuelta cuando trataba de entrar en España- ha terminado por enconar la posición de la nación vecina, que lejos de rebajar el tono ha acentuado sus reproches.
La situación es grave y no se descarta una ‘invasión’ a gran escala promovida por Rabat, que huele la debilidad del Gobierno de Sánchez, metido hasta el cuello en todos los charcos. En el peor momento del Ejecutivo socialcomunista -que ha emprendido una peligrosísima huida hacia adelante que pasa por el indulto a los golpistas catalanes-, Marruecos sabe que Sánchez está superado por los acontecimientos y pretende dar un golpe de efecto de imprevisibles consecuencias. El momento político en España es el ideal para que Rabat, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, rompa el tablero. La situación es crítica y en Canarias, Ceuta y Melilla cruzan los dedos en un clima de enorme tensión.