La «madre superiora» se fue al otro mundo

madre superiora
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Dadas las calenturas del verano prácticamente ha pasado desapercibida la muerte de doña Marta Ferrusola, esposa del pringao Pujol. Fue doña Marta, ante la que temblaban los dirigentes convergentes quienes durante más de veinte años asistieron el ex Molt Honorable, persona principalísima y resultona en el levantamiento de un auténtico régimen en la Cataluña de don Jordi.

Tenía sus ideas respecto a la «soberanía» catalana que ella adobó convenientemente con corrupciones a gogó y con el aprovechamiento del poder político de la famiglia para llenar sus faltriqueras y las de su inmensa prole.

Ferrusola era una auténtica hooligan del nacionalismo catalán sin desdeñar un cierto desprecio y aun odio a todo lo español. Consideraba al resto de los españoles como gentes de «tercera» en la firme creencia que había un gen inmaculado en todo lo que tuviera el tinte catalino.

Se autodefinía como «madre superiora» y era cierto. La que mandaba dentro y fuera del convento, mucho más en las cocinas. Cuando se escriba la auténtica historia objetiva del medio siglo de Cataluña y del conjunto de España, doña Marta aparecerá como el elemento necesario para montar un operativo corrupto aprovechando que los catalanes daban su confianza, una y otra vez, a su marido. Algo parecido a lo que ocurre en estos momentos en el Gobierno de España.

Era intransigente en todo. En su fanatismo religioso/católico hasta en casarse entre catalanes, amén de prohibir la posibilidad (Montilla) de que el Gobierno autonómico catalán pudiera estar dirigido por alguien sin tener ocho apellidos catalanes y demostrar el ADN de la barretina y otras chorradas.

Descanse en paz doña Marta. Espero que haya a dejado a buen recaudo el dinero robado a los españoles  y que San Pedro, tras este gesto, le haya abierto las puertas del paraíso.

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