Lo que le faltaba a Pedro Sánchez
Si la amenaza de CCOO y UGT se hace realidad, Pedro Sánchez habrá completado el círculo: la amenaza de los dos principales sindicatos de convocar una huelga general no es un mero ejercicio retórico, porque a la negativa a acometer la reforma laboral o el retraso en la subida del Salario Mínimo Interprofesional se une la manifiesta incapacidad para frenar la galopante subida de la luz. Y es que por mucho que la afinidad ideológica de estos sindicatos con el Ejecutivo resulta evidente, los líderes de CCOO, Unai Sordo, y UGT, Pepe Álvarez, son conscientes de que la situación por la que atraviesan millones de trabajadores, por mucho escudo social que venda el Ejecutivo, no está para darle palmaditas en el hombro al Gobierno. Se juegan su credibilidad como sindicatos y están dispuestos a echarse a la calle si Pedro Sánchez no atiende a sus demandas.
El rechazo de la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, a dar luz verde a la subida del SMI ha irritado en grado sumo a los sindicatos, que en este asunto cuentan con el apoyo de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Cómo será el enfado de CCOO y UGT que, aunque no tengan una fecha concretada, sí barajan los meses de octubre y noviembre para la huelga general. Esta misma semana, antes de irse de vacaciones, CCOO y UGT decidirán si empiezan a organizar la huelga o paralizan la propuesta. Todo dependerá de si Pedro Sánchez, antes del último Consejo de Ministros previsto para el 3 de agosto, da señales de cumplir con la subida del SMI. Lo cierto es que la interlocución con el presidente del Gobierno es prácticamente nula, mucho menos que la que tenían con Zapatero o Rajoy.
El problema de Pedro Sánchez es que no le dice la verdad a nadie. Engaña a todo el mundo. En función de sus particulares intereses, dice una cosa y la contraria. Los sindicatos -ya han tardado- se han dado cuenta de que el presidente no tiene palabra.