Leyenda Negra 2.0
Esta semana se ha presentado en Valencia la primera edición de la Conferencia de Seguridad en el Mediterráneo, un foro y punto de encuentro de todos los agentes relacionados con el ámbito de la seguridad y la defensa, en el que a lo largo de una mañana se presentaron interesantes ideas y conclusiones sobre las áreas temáticas relacionadas con la seguridad nacional y la seguridad internacional. Muy interesantes fueron las ponencias que allí se presentaron por parte de los ponentes, y si todas fueron relevantes, la ofrecida por el jefe de Análisis de Riesgos del Departamento de Seguridad Nacional, Antonio Notario, me llamó significativamente la atención. En primer lugar, si bien es verdad que desde el Departamento de Seguridad Nacional se hace un gran trabajo para analizar los riesgos y las amenazas a los que se enfrenta España, todavía queda mucho por hacer para conseguir una cultura de la seguridad nacional enraizada en la conciencia ciudadana. Pocos son los estudiantes de Derecho y Relaciones Internacionales que conocen precisamente la última estrategia de Seguridad Nacional publicada hace dos años, pero seguramente la media sería todavía menor si se saliera a la calle y se preguntara a la ciudadanía.
Parte de esa responsabilidad habría que situarla en que en España todavía vivimos acomplejados de nuestro pasado. Estuvimos tantos años alejados de Europa que cualquier compromiso con lo militar nos trae recuerdos distorsionados del pasado y eso hace que, por ejemplo, España sea uno de los países donde la ciudadanía está menos dispuesta al uso del armamento para salvaguardar la integridad territorial ante un ataque enemigo. Si no somos conscientes de que hay o habrá países dispuestos a atacarnos, de muchas maneras, difícil es tejer una cultura de la seguridad nacional. Pero más difícil es de generar esa sensibilidad si nos anclamos al pasado, si sólo conjugamos el verbo exhumar, con exhumaciones que precisamente son empleadas por otros para comparar el franquismo y el comportamiento policial en Cataluña frente a los terroristas callejeros.
Si seguimos así, estaremos alimentando el relato de la nueva leyenda negra española 2.0, la historia de un país demonizado desde dentro y que contribuye a que lo demonicen desde fuera. ¿Quién gana con todo ello? Pues aunque nuestro país pertenezca al club comunitario en el que están 27 estados más, las rivalidades persisten y aunque parezcan invisibles, ahí están, haciendo uso de los instrumentos del “poder blando” (propaganda, cultura…). A través de OKDIARIO hemos conocido que países como Noruega están regando con miles de euros desde su Ministerio de Asuntos Exteriores a organizaciones cómo la asociación independentista “Defender a quien defiende“ que se encarga de denunciar la supuestas cargas policiales en Cataluña. Me parece un hecho muy grave, como también me parece grave que la Comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, que debería velar por el respeto verdadero de los derechos humanos de los ciudadanos europeos, se dedique a jalear a los CDR tras los gravísimos ataques de los terroristas callejeros en Barcelona o en Gerona y sitúe a las víctimas en el lugar de los verdugos y a los verdugos en el lugar de las víctimas.
Los tres grandes retos a los que se va a enfrentar España en un futuro, tal y como se expuso en la Conferencia de Seguridad del Mediterráneo, son la crisis del orden liberal internacional, los conflictos híbridos y la transición ecológica. Lo ocurrido en Cataluña en los dos últimos años es un ejemplo de los dos primeros puntos. No puede haber estado de derecho si existe una injerencia permanente de otros estados o actores no estatales que se dedican a desestabilizar democracias sólidas con fines espurios y puramente económicos. España es víctima de los que podríamos denominar conflicto híbrido, por parte de redes que desde Internet y los medios de comunicación buscan fragmentar España. Hace dos años se culpabilizó a Rusia, pero se mostró que dicha injerencia no existió. Lo que sí hubo y hay son socios que aparentemente lo son y que comparten los mismos llamados valores europeos, pero que a la hora de la verdad se suman a la campaña contra España. Tenemos dos caminos: O nuestro país aprende a defenderse de los conflictos híbridos de los que somos objeto o la Leyenda Negra 2.0 calará como lo hizo hace 300 años.