Laura es la reina del Parlament

Laura Borràs

Y, por lo tanto, hace con él lo que le da la gana. Nada que nos deba extrañar. Que Cataluña es de los nacionalistas (antes distinguíamos, ahora sabemos que nacionalismo e independentismo es lo mismo) nos lo han hecho y siguen haciéndonoslo saber desde prácticamente la Transición. No tardaron mucho, las criaturas. «D’ara endavant, d’ètica i moral en parlarem nosaltres. No ells», dijo el de la “deixa”. Y quien decía de “ética y moral” lo decía de todo. La educación, la justicia, el Parlament y, como no, “els quartos”.

Estos días, Laura, ha estado jugando a suspender la actividad parlamentaria porque le han mandado los españoles que Pau Juvillà, diputado de la CUP inhabilitado por decisión judicial (por nada raro en Cataluña: permitir símbolos de parte en su ayuntamiento y desoír advertencias), deje el escaño y devuelva su acta de diputado. El Parlament ya presentó el viernes un recurso contencioso administrativo ante el Tribunal Supremo por tamaña intromisión.  Así que va suspendiendo comisiones. Ya lo ha hecho con tres de las cinco convocadas para hoy: la de Políticas Digitales y Territorio, la de Cultura y la de Políticas de Juventud. Incluso pasan de la “emergencia habitacional” que tanto les preocupaba y que estaba también hoy en el orden del día para la aprobación de un dictamen sobre la proposición de ley de ampliación de medidas urgentes para hacerla frente . Esquerra, Junts per Catalunya y la CUP han forzado la suspensión de la comisión de Derechos Sociales en el Parlament por “falta de quórum”. El entrañable PSC, cuyos superiores siguen asociados en el gobierno de España con tales tiranuelos locales, ha llamado “esperpento” a un asunto que va a obstaculizar 13 comisiones, dos ponencias, dos comisiones de estudio e incluso el pleno del Parlament. Hasta En Comú Podem se ha unido a Ciudadanos, PP y Vox en su rechazo a esa manera cortijera de utilizar el Parlament.

Tampoco nada que vayamos a notar demasiado porque para reivindicar a las brujas (había, al parecer, una gran demanda social que ignorábamos) más vale que se queden en casa. Ahora sí, fastidia recordar los 63 millones de euros que nos cuesta esa Cámara. La cifra más alta de un parlamento autonómico, seguida del andaluz. Ya habíamos tenido hace unos días la sorpresa de los jetas de unas “licencias de edad” que permitían a los empleados del Parlament que llegaban a los 60 años poder cobrar suculentos sueldos sin la necesidad de ir a trabajar. Si tienen curiosidad, di de ello cuenta hace unas semanas en esta misma publicación bajo el título de “Los sesentones licenciosos del Parlament”. Ahora se inventan una excusa “virtuosa”- protestar por la decisión e injerencia del “estado opresor”- para abandonar por el tiempo que diga Laura sus funciones y seguir cobrando.

No sé si explicaran eso en la asignatura de Ciencias Sociales cuando hablen de «las luchas y movimientos sociales y de emancipación nacional» según propone la Conselleria de Educación de la Generalitat en el borrador del decreto de Currículums. La propuesta de cerrar el Parlament y seguir cobrando forma parte del estilo de las luchas de emancipación-todo-pagado que tanto gustan a los chupópteros de mi tierra. No me ha llegado si van a estar también en estos “movimientos sociales” esas brujas que he mencionado antes.

Ni amamos a Laura ni vamos a ser tan tontos de esperar a su matrimonio, como cantaban Los Happiness. Tenemos muchas ganas de que se vaya (y de que se case), pero nuestra triste experiencia es que cuando uno se va viene otro peor.

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