Los sesentones ‘licenciosos’ del Parlament

Los sesentones 'licenciosos' del Parlament
Los sesentones 'licenciosos' del Parlament

Un ‘licencioso’ podría ser uno que tiene una “licencia”.  Por lo menos en el caso que nos ha escandalizado estos días. No siempre son las licencias para abrir una farmacia o, como en el caso de James Bond, “para matar” enemigos de su Majestad.  Las hay de desconocidas hasta ahora que añaden otra maravilla a la lista de sorpresas que nos brindan continuamente los gobiernos separatistas de Cataluña.

Un ‘licencioso’ es, según el diccionario, aquel “que es atrevido y disoluto o carece de moralidad, especialmente en lo que hace referencia al aspecto sexual”. Y la llamada “licencia de edad”, que así se llama el engendro, que les dan por su sesenta cumpleaños a quienes han trabajado 15 años en el Parlament de Cataluña tiene mucho de licenciosa. Pues hay que ser “atrevido, disoluto y carente” de moralidad para beneficiarse de leyes absolutamente abusivas y extractivas para aterrizar la mar de cómodamente en una jubilación dorada. Aunque lo del sexo no vaya en el pack, así y todo, es un chollazo.

Lo destapó el diario Ara (lo cual convendrán conmigo que tiene su punto), y por eso sabemos que, con este invento, desde simples telefonistas, ujieres a ya más altos cargos como ex secretarios generales cobran por no ir a trabajar. De hecho, los dos exsecretarios generales acogidos a la «licencia» cobran diez mil euros al mes. Las categorías menores como las anteriores se llevan una media de cuatro mil euros mensuales. Si a todo ello se suman las catorce pagas anuales, estos pobrecitos funcionarios retirados ven aparecer en sus nóminas anuales entre 56.000 y 140.000 euros, siguen generando trienios y mantienen las cuotas a la Seguridad Social hasta cinco años.  Además de esa “licencia por edad”, los funcionarios del Parlamento catalán cobran una prima por jubilación que asciende a un año completo de sueldo. También son diferentes los trienios, pues implican una subida del 5% del sueldo. En conjunto:  21 ‘licenciosos’ que nos cuestan 1,7 millones por ejercicio.

Todo lo supimos cuando este periódico independentista catalán registró en abril del año pasado una solicitud de información que hasta ahora no fue contestada. ¿Cómo pudo ser esto siendo las instituciones de mi tierra tan trasparentes, eficientes y rápidas como las de Dinamarca? Porque se les cae la cara de vergüenza no será, pues todo el mundo sabe que robar robar sólo lo hacen los españoles. Y con esta convicción el republicano Ernest Benach, cuando era el presidente de la cámara en 2008, que se crease semejante regalía. Él no la vio como tal si no como una ayudita a los compañeros pues, según fuentes del Pralament,  “era un periodo precrisis y no había la misma sensibilidad a la hora de gastar el dinero público».  Fíjense si tenía Benach poca sensibilidad con nuestra pasta que llegó a gastar más de setenta mil euros en acondicionar su coche oficial para colocar más cómodamente una rodilla que tenía fastidiada. Y podría haberse gastado ciento cuarenta mil pues a un hombre sin estudios ni pasado laboral no le pidan tanta conciencia sobre el valor del dinero. De hecho, a la que fue presidente, se dobló el sueldo.

Egoísta no era. Como tampoco quería bañarse él sólo en los sacos de oro de las cuevas de Alí Babá-del-dinero-de-nadie, decidió que más gente disfrutase de tal abundancia. ¿Y quién mejor que esos pobres funcionarios sesentones a las puertas de a jubilación? Sin distinción de clases, a la republicana, los sueldos más altos en la «licencia por edad» superan al del presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, que gana sólo 130.250 y por poco tocan el de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, que se embolsa 155.570. Así de abierto y generoso quiso con esos 21 funcionarios. Y nunca ningún presidente de la cámara se planteó modificar las condiciones que les han permitido disfrutar de un sueldo de lujo durante más de doce años.

Lo último en Opinión

Últimas noticias