Joaquín Sabina: hola y adiós

Aunque sea difícil de creer, Joaquín Sabina, el gran cantante y compositor, después de medio siglo y a sus 76 años de edad, cuelga con «hola y adiós» su bombín, sinónimo de golfería de dandi y pícaro, y se jubila de su faceta de trotamundos, guitarra en mano, después de haber compuesto 140 canciones y editado l7 discos. La gira finalizará en Madrid el 30 de noviembre, y la comienza el próximo 19 de mayo en la capital de España con todas las entradas agotadas. El 22 le seguirá el Royal Albert Hall, emblemático escenario musical de Londres, ciudad donde inició su espectacular carrera en 1970 con 21 años de edad y así sucesivamente hasta el mencionado 30 de noviembre. De la capital británica, al Olympia de París, al Palau Sant Jordi de Barcelona, el Luna Park de Buenos Aires, el Madison Square Garden de Nueva York. Y durante 11 semanas también actuará en México, Costa Rica, Colombia, Perú, Chile y Uruguay.
Andaluz de Úbeda (Jaén), como yo de Granada, siempre he sentido por él una muy especial simpatía. Primero porque vivió dos años en mi querida Granada, donde conocería a su primera esposa, Lucía Correa, «la mejor minifalda que se paseaba por la ciudad», con quien se casó en 1977 y se divorció en 1985. Aunque no nos frecuentábamos, pienso que Joaquín, el más iconoclasta de entre los amigos que yo pueda tener, tiene por mí los mismos sentimientos que yo por él, sobre todo porque según él «Jaime no está secuestrado por el síndrome del cortesano. Y si en la Corte de los Borbones no existiera Peñafiel, habría que inventarlo». Lo dejó claro en los versos que, con el título Venga esa mano, me dedicó en marzo de 2003, reconociendo que «aunque valga más por lo que calla – que por el grito a golpe de memoria – sabrás que compartir una medalla – con un tal Baudelaire me sabe a gloria. – Lo infernal de este curro es dar la talla – sin ejercer de burro de otra noria – dilapidar la renta de un canalla – sin tirar la toalla de su historia. – Qué tropa: hijos de Sánchez y Borbones – lo dice un trovador republicano – que sabe de princesas y adicciones. – Porque te siento prójimo y lejano – por ritos de la piel con costurones – bendito Peñafiel, venga esa mano».
A pesar de que Joaquín reconoce en sus versos que me siente «próximo y lejano», ello demuestra conocer parte de mi obra. Al menos A golpe de memoria (La Esfera de los libros, 2003), El general y su tropa (Temas de Hoy, 1992) y Hola y el hijo de Sánchez (Temas de Hoy, 1992).
«Los principitos» en casa de Sabina
En estos versos Sabina se define como «un trovador republicano que, como yo, sabe de princesas». Ignoro si era amigo de Felipe y Letizia, cuando ella era princesa consorte. Pero me consta la simpatía que la hoy consorte real sentía por el cantautor: «Leti quiere conocerte», le comentó un día Simoneta: «Ella tuvo la culpa de que nos viéramos en mi casa con los principitos. Les propuse que vinieran a tomar una copa que luego fue cena», recuerda Sabina en sus memorias.
Joaquín vivía entonces donde sigue haciéndolo hoy, en un piso en el típico barrio del centro de Madrid. Se trata de un museo con libros por todas partes, primeras ediciones, como las de Madame Bovary y manuscritos de Lorca y Borges así como cientos de ejemplares dedicados por sus autores. Aquel inolvidable día no estaba aún en una hornacina el traje que José Tomás le regaló manchado de sangre de dos corridas en Las Ventas.
Felipe y Letizia llegaron acompañados de Simoneta, la hija de la infanta Pilar, y de su entonces marido José Miguel Fernández Sastrón. Así lo cuenta Sabina, cuando recuerda aquella cita:
«Estuvimos hasta las cuatro de la madrugada. En un momento, Sastrón, que es un gran músico, puso en el tocadiscos el vals que había compuesto, dedicado a Letizia. Con un poquito de maldad, en lugar de que fueran los principitos los primeros que bailaran su vals, yo saqué a Leti a bailar».
Bailando con Letizia
Era la primera vez que Letizia y Felipe disfrutaban juntos del Madrid «canalla y republicano». El príncipe se quedó un poco sorprendido cuando Sabina le pisó la oportunidad de ser quien bailara con su prometida el tema que Sastrón había compuesto para el día de su boda.
Joaquín, con esa repajolera gracia que tiene, le gritó: «¡Oye, Felipe! ¡Saca a bailar a mi novia que le está dando un enorme ataque de cuernos!». «El príncipe la sacó porque es un caballero –recuerda el cantante– y bailamos el vals nupcial Leti y yo. Felipe y mi novia».
Y mientras bailaban, fue cuando Letizia le contó a Joaquín un chiste subido de tono sobre ella misma y Estefanía de Mónaco que recogió en el libro de memorias Sabina en carne viva (Ediciones B, 2006), en el capítulo Yo también sé jugarme la boca”. ¡Vive Dios que se la jugó! Porque la indiscreción del autor causó tal disgusto a la hoy Reina consorte que, desde aquel día, de aquella «amistad» jamás se volvió a saber.
Y éste es el chiste: «¿Sabes qué diferencia hay entre Estefanía de Mónaco y yo? Que ella folla con un funambulista y yo soy una fulana muy lista».
De todas formas y como le reconoció Sabina a Juan C. Costa en una entrevista: «Leti es una chica muy lista (su suegro el Rey emérito también la define así) e inquieta. En fin, yo le apoyo porque creo que, con un poquito de suerte, puede traernos le tercera república. Pero creo que lo del chiste que me contó y luego yo incluí en mi libro le sentó fatal. Desde entonces ya no soy bien visto en palacio. Aunque para mí, más que el chiste, lo que molestó, al menos a Felipe, es que yo no quitase la bandera republicana de la mesa ni para cenar».
A pesar de todo esto, el 8 de octubre de 2006, Joaquín Sabina recibía, de manos del Rey Juan Carlos, la Medalla de oro de las Bellas Artes.
Chsss…
¿Cómo no advirtieron en el hotel donde se alojaba que realizar un pedido de cuatro botellas de whisky y tan sólo ocho horas después cinco botellas más, era indiciario de que aquel famoso cliente pretendía suicidarse, como así ocurrió?
Buena noticia: han regresado al Congreso de los Diputados las 13 taquígrafas a las que siempre se las veía en el centro del hemiciclo y que desaparecieron hace cinco años.
Lo que está sucediendo en RTVE es una vergüenza, como dice Miguel Ángel Idígoras.
La culpa de que TVE esté viviendo los peores momentos de su historia sólo es del «puto amo».
La vulgaridad de las Belenes y cía se convierte en la nueva referencia cultural de la tele pública.
Todavía muchísimo peor si La familia de la tele hubiera enviado a Roma a la Esteban a cubrir la proclamación del nuevo Papa en lugar de Marta Riesco. Los espectadores se merecían algo mejor.
Solo faltó que el juez Peinado le dijera al ministro Bolaños ¿de qué coño se ríe usted? Es, por cierto, lo que Núñez Feijóo debería preguntar al «puto amo» cuando éste se ríe en el Congreso de los Diputados
¿Por qué el ministro de Asuntos Exteriores permite que Illa cree un Cuerpo Diplomático, un Foreign Office catalán?
Federica y Borja no esconden ya su relación de pareja.
Se desconoce si él también acudirá al Vaticano a la entronización del nuevo Papa León XIV.
Hay que recordar que Mariano Rajoy sí estuvo en la entronización del Papa Francisco.
Cierto es que ocho años antes Zapatero no acudió a la de Benedicto XVI.
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