Iván coge su fusil: inocular veneno en el PP

Cuando en junio del 2021 publiqué el libro Iván Redondo, el manipulador de emociones, un trabajo crítico con el viscoso (intelectualmente) vasco, hubo voces interesadas, básicamente de tipos que han sido o son socios en negocietes sacaperras, que acusaron al escritor de exageración. Cuatro años después se puede comprobar fehacientemente que el tipo, Iván Redondo, no se para en barras, sobre todo si hay jurdó de por medio.
Se ha inventado una encuesta que, más allá del impacto mediático al ser anunciada a través de un medio con cierta credibilidad y sin ser condenadamente rojo, grandes expertos en la materia han rechazado el «ejercicio de márketing destinado a favorecer a Sánchez» y ponen en cuestión la seriedad y limpieza del que fuera jefe de gabinete sanchista. Por ejemplo, no ha publicado los microdatos, que son los que dan credibilidad a cualquier estudio demoscópico. Nada más hay que ver cómo ha servido para que el Gobierno y el PSOE sanchista ande jaleando el presunto trabajo. Se ha tratado básicamente de dar un respiro al cuitado Pedro Sánchez y, de paso, desinflar a Núñez Feijóo, que es el saco al que van a parar todos los golpes.
El tipo que fue alguien gracias al PP, luego ayudó a llegar a Sánchez y ahora lucha contra el PP, trabaja para los intereses norteamericanos (General Dynamics) frente a los intereses nacionales –por lo que cobra un pastón– y de paso intenta no perder comba en los oscuros entramados sanchistas de poder.
¿Es verosímil que, en estos momentos, el PSOE le aventaje al PP 19 escaños? Decididamente, no. Redondo utiliza el hecho de que Vox tiene una tendencia al alza para intentar inocular el desánimo entre la grey de centro derecha. Siempre fue un manipulador con boina; ahora lo continúa siendo millonario y rastrero.
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