¿Es irreversible el ‘efecto C’s’?

¿Es irreversible el ‘efecto C’s’?

La actitud es esa pequeña cosa que marca las grandes diferencias. Sucede en la vida y en la política. Y es lo que explica en enorme medida por qué el Partido Popular ha quedado ‘siniestro total’ en Cataluña al tiempo que se ha producido un ascenso irresistible de Ciudadanos. La actitud, el liderazgo, los equipos, el proyecto y el relato. Aquí está la esencia de la política en una sociedad hiperconectada, hipermovilizada, hipersensibilizada con lo que ve, escucha y lee; no sólo en los medios de comunicación, sino en el inabarcable, convulso, anárquico… e influyente universo de las redes sociales. Quien no entienda esto no tiene futuro, o lo tiene mucho más oscuro y estrecho de lo que pueda anticipar o creerse. Y éste es el problema medular del PP.

El bien avenido tándem Rivera-Arrimadas se ha presentado ante España como ganador, con vocación de tirar del carro, bien engrasado en su alineación, con una idea nacional vigorosa y con una inclinación a la comunicación y la transparencia desconocida hasta ahora. Pero todas estas virtudes que ha explotado a las mil maravillas, prácticamente sin tacha, han brillado con intensidad superior ante un dueto (Rajoy-Soraya) que ha palidecido y demudado secuencia a secuencia su color propendiendo hacia los grises: por sus complejos, por su tendencia a confundirse con el ambiente, por su dificultad e incapacidad para reclutar a los mejores, por sus medias tintas al encarar desafíos trascendentes… y por su carácter timorato en la definición de un mensaje que nunca ha entusiasmado, ilusionado, emocionado o conmovido al pueblo llano: una propuesta plana con resultados peores en la que han sobrado sobre-reacciones de última hora (el que llega tarde, suele llegar mal).

Que íbamos a toparnos con este escenario más pronto que tarde estaba cantado. Pero la pregunta es si “el efecto Ciudadanos” es irreversible. Estamos en el inicio de un terremoto de impredecible magnitud que producirá daños (ya lo está haciendo) en la estructura nacional del PP y en sus intereses electorales a corto y medio plazo: europeas, autonómicas y locales. Hay poderes decadentes y emergentes, y la correlación entre unos y otros se desata de forma especialmente subrepticia cuando entre ambos opera (aunque sea de modo imperfecto) un “principio de vasos comunicantes” o “juego de suma cero”, como es el caso: lo que gana un actor lo pierde su contrincante, y viceversa.

Fue inevitable, por el estrés en la formación de listas hace unos años, que C’s corriera como pollo sin cabeza sin establecer los pertinentes controles de calidad entre sus candidatos (¡otros llevan toda la vida así!). Pero hoy tiene la ocasión de revisar, actualizar y perfeccionar ese proceso. Si lo hace, se encontrará en disposición no sólo de achicarle espacios al PP en un número muy superior de feudos de los que hoy imaginamos, sino de pulverizarlo hasta robarle la merienda en otros tantos. Rajoy se ha dejado para el final la renovación generacional de su partido, y se va a quedar sin tiempo para lanzarla y provocar que, socialmente, adquiera tracción y cristalice. Rivera está en el momento de la verdad. Si la plantea desde la base de que la excelencia choca con la mediocridad y, salvo excepciones, prevalece, tendrá la mayor parte del trabajo hecho. ¿Se entiende?.

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