La indecente decrepitud moral de la izquierda

El retrato de esta izquierda en la que el socialismo y el populismo se retroalimentan constituye un ejemplo del grado de ignominia y miseria ética que ha alcanzado el socialcomunismo español. El «caso Oltra» es la expresión más vigorosa la degradación de la política y de la perversión de los valores democráticos. La quintaesencia de la corrupción moral de una izquierda hipócrita, capaz de apoyar a una imputada por encubrir un delito de abuso sexual con el cínico argumento de que su situación procesal responde a una «persecución de la extrema derecha». Todas sus impostadas proclamas se desmoronan al comprobar la repugnante defensa que esta izquierda que presume de feminismo está haciendo de una política que ha llevado la indecencia a su grado más alto.
El socialcomunismo se quita la careta y se envilece en una patética exhibición de grimoso sectarismo. El «caso Oltra» no es un hecho aislado, porque estos días hemos asistido a la insólita defensa que el PSOE ha hecho de José Antonio Griñán y Manuel Chaves, figuras clave en la trama de corrupción más grave de la historia de España, mientras la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, animaba a votar al PSOE de Andalucía «para no tener que salir el lunes a tomar las calles». Pero, ¿qué concepto de la democracia tiene quien es incapaz de animar de manera tan obscena a enfrentar las calles a las urnas?
El socialcomunismo en estado puro es eso: apoyar a una imputada por un delito de encubrimiento de abuso sexual; rendir homenaje a dos condenados en el caso de los ERE -la corrupción a granel- y animar a echarse a las calles si la izquierda pierde en las elecciones andaluzas del domingo. Todo es tan indecente, tan abyecto, tan vil que sólo cabe esperar que el pueblo español, en legítima defensa, les coloque en el lugar que se merecen: lejos, muy lejos de la vida pública.
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- Mónica Oltra