Iglesias se pira soltando coces
Las expectativas de este politicastro embaucador y soez se esfuman. Tras haber perdido más de tres millones de votos desde 2015 y jugar a ser el bufón del Gobierno, los pocos ilusos que aún le votarían no le creen. Su propensión a mentir, más su pasión por las purgas, han dividido a Podemos en tribus dispersas que no soportan tener a un gran farsante como líder. Valga la simulación, que significa fingir y retrata mejor que una fotocopia al tramposo. Podríamos decir que un tipo tan vulgar debió salir de un sótano y, reptando y mintiendo, se hizo con una Vicepresidencia, lo cual muestra lo necesitada que está la política de gente honesta y lo mal que Sánchez elige a sus socios.
Los fracasos del comunista en el poder han sido continuos, como los días. Desatendió las residencias de ancianos, no visitó ni una sola de ellas, sin inquietarle que se fueran al otro mundo 55.000 abuelos, o abuelas, en honor al bobo lenguaje inclusivo que defiende la cajera de Igual-da, pues a estos radicales zumbados les preocupan más sus locuras que las vidas humanas. Nacieron crueles y sufren constantes recaídas. Ahora andan muy atareados en maquillar los millones que recibieron por no hacer nada digno de mención. Lo último que ha hecho el del moño samurái, antes de pirarse del Ejecutivo, soltando coces, es defraudar al 93% de las personas pobres, a las que juró solucionarles la existencia y siguen sin recibir el ingreso mínimo.
Aun así, la soberbia del nuevo rico burgués, ya integrado en la casta, tras traicionar sus convicciones y a la revolución, anuncia que sigue en política y se ofrece a gobernar Madrid con un mantero y Castells tocando el clarín. El diamante de su campaña es que, si llega a Sol, lo primero que hará es cerrar el Hospital Isabel Zendal, la estrella del Gobierno de Díaz Ayuso para combatir la pandemia. Mientras el tupamaro hurga en la tierra y saca un diamante 100% falso, Ayuso mira hacia arriba, consiguiendo que la estrella del foro brille con total intensidad: “De Madrid, al cielo”.
No se puede comparar a unos trabajadores incansables que se parten el pecho por los madrileños con un par de vagos inútiles, que nada solucionan y todo lo complican. No es lo mismo un fabuloso alcalde como Almeida y una eficaz presidenta como Ayuso, que esos dos agitadores anclados en Galapagar viendo series de Netflix. Hay una enorme diferencia entre los Ferrari y los Simca 1.000.