De las Heras despluma a Palomino

De las Heras despluma a Palomino

Durante su comparecencia en la comisión de investigación de la cámara balear del pasado martes, el otrora director general del IB-Salut del Pacte, Manuel Palomino, confirmó cuál va a ser la línea de defensa a la que se va a aferrar el PSIB para tratar de salir airoso de la acometida política, mediática y judicial por la compra de casi un millón y medio de mascarillas defectuosas por un montante superior a los 3,7 millones de euros durante lo peor de la pandemia. Manuel Palomino incurrió en numerosas contradicciones, inexactitudes y medias verdades en su afán por escabullirse del incisivo interrogatorio al que fue sometido.

1.»Sí se podía comprar material sanitario sin marcado comunitario». Las muestras del material ofrecido al IB-Salut por la empresa Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas no se correspondieron con los cubrebocas finalmente suministrados según Aenor, que las inspeccionó en el aeropuerto de Palma nada más llegar. Las mascarillas entregadas, analizadas por Aenor, carecían de marcado comunitario, por lo que quedaba excluida para su contratación dicha mercantil al carecer de autorización. El material sanitario sin marcado comunitario sólo podía destinarse a fines exclusivamente sanitarios, un propósito restrictivo que el Govern de Armengol ha venido descartando asegurando que los tapabocas defectuosos eran para uso domiciliario y para toda la población civil.

2. «No fuimos ninguna anécdota en todo el Estado». El director general del IB-Salut del Pacte justificó así haber contratado por emergencia con Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas, lo que no fue óbice para pisotear la Ley de Contratos Públicos, incluso en la ya excepcional tramitación por emergencia. Baleares no fue ninguna anécdota, ciertamente, pero sí la única comunidad en manos de socialistas que aceptó sin rechistar un pedido de material sanitario que «olía mal» y que otras habían rechazado previamente, como Castilla-La Mancha y Aragón.

3. «O son KN95 que corresponden a una normativa o son FFP2 que corresponden a otra normativa». En toda la comparecencia Manuel Palomino trató de diferenciar las mascarillas KN95 de las FFP2 como si fueran dos tipos de cubrebocas distintos cuando una orden ministerial las equiparaba en situación de pandemia, como tuvo que recordarle pacientemente la diputada Patricia de las Heras durante su intervención.

4. «Nuestro uso era domiciliario dentro de nuestra actividad sanitaria». Palomino explicó que interpretaron este «concepto sanitario hospitalario» de un modo más amplio que lo que exigía la legislación. El IB-Salut irradió de material sanitario a la atención primaria de tipo domiciliario, residencias, hospitales y farmacias, un uso para el que no estaba autorizado puesto que la adquisición de las mascarillas KN95 sólo podían tener fines intrahospitalarios.

5. «Había escasez de material». Falso. Antes de comprar el millón y medio de mascarillas a la trama del lugarteniente de José María Ábalos, la diputada Patricia de las Heras tuvo que recordarle que el propio Palomino en abril de 2020 había querido incluso levantar acta notarial del material EPI existente en los hospitales ante las protestas de algunos sanitarios de tenerse que fabricar sus propios equipos de protección y cubrirse con bolsas de plástico. Días antes de la compra del millón y medio de mascarillas FFP2, el IB-Salut había encargado 10 millones de mascarillas quirúrgicas para repartir entre la población civil. El director de la Oficina AntiFraude, Jaume Far, elevó el total de mascarillas quirúrgicas adquiridas por el IB-Salut durante la pandemia en 28 millones, más de 19 millones de las necesarias. En realidad, lo que faltaban eran mascarillas FFP2 para uso hospitalario que supuestamente se terminaron pudriendo en un almacén y cuya utilidad los socialistas, en su inverosímil coartada, asimilan a mascarillas quirúrgicas de la que no había precisamente escasez.

6. «Pretendíamos tener un stock de seguridad para cubrir todo lo que no fuera estrictamente interno sanitario y así cumplieron su objetivo esas mascarillas». Preguntado por los motivos por los que estas mascarillas se dejaron pudrir en un almacén, Palomino lo explicó gráficamente diciendo que «por el mismo motivo que caducan tanques y no se montan guerras para usarlos». Ahora sabemos que las mascarillas entregadas no se corresponden con las que están almacenadas en el IB-Salut por lo que queda en el aire si cumplieron su objetivo, ora dejándolas pudrir en un almacén, ora repartiéndolas entre la población, hipótesis esta última que no cabe descartar.

7. «No ocultamos nada a la Unión Europea porque no había nada que ocultar». El IB-Salut ocultó a la dirección general de fondos europeos los análisis del CNMP que certificaban la mala calidad de las mascarillas con el propósito de colgar a la Unión Europea el mochuelo de los 3,7 millones de euros abonados. Palomino aseguró que no tenían nada que ocultar porque habían comprado mascarillas KN95, insinuando que seguían siendo útiles para uso domiciliario y asimilables a mascarillas quirúrgicas y que, por lo tanto, no se había producido ningún fraude pese a haber pagado por ellas un precio mucho más alto que para las quirúrgicas. Por ese mismo motivo, dijo Palomino, tampoco se informó a la UCO ni al Ejecutivo entrante de la situación del expediente. Nos preguntamos por qué, si no había ninguna anomalía con estas mascarillas, reclamaron después.

8. «No se repartieron las mascarillas». Esta rotunda afirmación de Manuel Palomino contradice la carta de apercibimiento del 20 de marzo de 2020 firmada por él mismo en la que informa de la diferencia de calidades entre los tapabocas prometidos y los realmente suministrados. También contradice el documento de la propuesta de inicio de resolución parcial del contrato firmado por el subdirector general de Compras, Antoni Mascaró, un día antes de la investidura de Marga Prohens. Ese último documento deja meridianamente claro que, una vez recibidas las mascarillas del avión, se procedió «a la distribución de estas mascarillas para su uso entre los centros sanitarios». Palomino, ahora, lo niega.

9. «Ordené retirar unas mascarillas que no había repartido como medida de prudencia». Preguntado por la diputada ibicenca por las razones por las que había mandado retirar estas mascarillas defectuosas si no las había repartido, tal como había asegurado por escrito en su escrito de apercibimiento del 20 de marzo de 2023, Palomino sorprendió a propios y extraños al espetar que había ordenado su retirada como «una medida de prudencia». La misma prudencia que faltó al IB-Salut en toda la contratación de las mascarillas, desde la formalización verbal con los contactos personales del «asesor del ministro» hasta el inicio de la reclamación un día antes de la investidura de Marga Prohens.

10. «Enviamos las mascarillas a analizar al Centro Nacional de Medios de Protección como un protocolo habitual». Palomino resta gravedad a que el Centro Nacional de Medios de Protección (CNMP) corroborara lo que un mes antes ya sabían, es decir, que las mascarillas no cumplían con los estándares de calidad exigidos. En su afán por diferenciar radicalmente las máscaras FFP2 y las KN95, el otrora director general del IB-Salut afirmó que las KN95 entregadas se enviaron al CNMP no porque sospecharan que eran defectuosas sino como «un protocolo habitual» y «para mayor prudencia a ver si eran FPP2 para otras utilidades», omitiendo que el ministerio asimilaba ambas, FFP2 y KN95, en tiempos de pandemia. Los hechos desmienten esta normalidad rutinaria. Recibidos los informes del CNMP, las mascarillas fueron retiradas ipso facto de los centros logísticos hospitalarios aunque Palomino siga asegurando que nunca llegaron a repartirse.

11. «Teníamos cinco años para reclamar». Preguntado por qué inició la reclamación de 2,6 millones si las mascarillas KN95 suministradas se correspondían con las esperadas y eran útiles como «quirúrgicas», Palomino comentó que tenían «cinco años para reclamar» aunque dicha reclamación, casualmente, empezó justo el día antes de la investidura de Marga Prohens. Al parecer el IB-Salut reclamó porque no tenía nada que perder.

Lo último en Opinión

Últimas noticias