Un Gobierno contra la democracia liberal y la España del 78
Como estaba previsto, con la investidura de Pedro Sánchez se cierra una etapa de la historia de España marcada por la democracia liberal, el progreso y la igualdad de todos los españoles. Fin de ciclo para cuatro décadas de desarrollo que acaban ahora abruptamente por la claudicación de un presidente del Gobierno que ha vendido la dignidad de España y de los españoles. España se configura ahora como una nación en la que los defensores de la Constitución tendrán que enfrentarse al Gobierno y a sus socios contrarios a la España de 1978. La situación es crítica, porque no hay nación desarrollada en el mundo en el que el Ejecutivo ostente el poder con el apoyo de los enemigos del marco constitucional y el Estado de Derecho.
Estamos ante un caso insólito de implosión nacional alentada por el Gobierno, una aberración que degrada la convivencia entre todos los españoles y sitúa a nuestro país en una encrucijada histórica. Porque a partir de hoy, España empieza un proceso de involución que cursará de forma paralela a la degradación y dilución de sus instituciones. Eso es exactamente lo que han exigido las fuerzas separatistas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez: aniquilar los diques de contención de nuestro ordenamiento jurídico, encarnado en la Carta Magna, enemiga a batir por golpistas, izquierda radical y proetarras. Ese era el sueño eterno de los enemigos de España, que se ha hecho tristemente realidad por la felonía de un presidente del Gobierno que no ha dudado en convertir a los españoles en rehenes de su pacto indigno con quienes han dejado claras sus intenciones de pasar por encima de la Monarquía constitucional. Lo dejó bien claro la representante de ERC cuando afirmó que la gobernabilidad de España le importaba un pito. Ese es el problema, que los socios de Sánchez han encontrado en la debilidad del presidente del Gobierno una ocasión histórica para conseguir sus fines.
La coalición con Podemos romperá de cuajo la estabilidad y seguridad económicas, demoliendo todo el entramado de reformas que hicieron posible que España saliera de la mayor recesión de su historia. La investidura de Pedro Sánchez rompe, en suma, con cuatro décadas de progreso en libertad y nos sitúa ante un futuro inquietante que solo podrá despejarse desde el arrojo y la unidad de la inmensa mayoría del pueblo español.