El ‘gililenguaje’ juega malas pasadas

El ‘gililenguaje’ juega malas pasadas

Son las consecuencias del ‘gililenguaje’, esa absurda y surrealista manera de cargarse el idioma español adaptándolo al lenguaje inclusivo de género, el último y ridículo hallazgo de la factoría de mamarrachadas de la izquierda ultrafeminista. Es natural que el líder de Podemos en la Comunidad de Madrid, Jesús Santos, se hiciera un lío morrocotudo cuando daba los buenos días en el Pleno de la Cámara autonómica. Santos quiso hacerse el progre y se atascó, tal vez porque su cerebro fue incapaz de procesar el laberíntico modelo lingüístico que pretende implantar su partido. Tenía que haber dicho «Buenos días a todas, todos y todes», pero sólo acertó a decir «Buenos días a todos y todos». Bien mirado lo que hizo Santos, sin querer, es subrayar dos veces que cuando hay gente delante, un auditorio femenino y masculino, con un ‘todos’ basta. Al fin y al cabo, los dos ‘todos’ del líder podemita pueden ser reiterativos, pero al menos no resultan grotescamente absurdos como ese «todas, todos, todes» que quiere imponernos el canon ultrafeminazi a la hora de expresarnos.

Lo de Santos no es un laspsus linguae, porque no se equivocó al hablar, sino que se equivocó al tratar de maltratar el idioma español para hacerse el molón. Y es que hasta a los mismísimos dirigentes de Podemos les cuesta horrores adaptarse a esa nomenclatura surrealista que es fruto de considerar que el español es machista, sexista y todas esas memeces con las que el feminismo radical pretende hacerse notar. A Santos le está bien empleado por jugar con el idioma. Por tonto y pretencioso se atascó y le salió un «Buenos días a todos y todos» que provocó la carcajada del personal. El próximo día que practique delante del espejo y repita mil veces antes de comparecer en público: «Buenos días a todas, todos y todes». Seguro que conseguirá hacer cima en la cumbre más alta del ridículo.

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