Frente al complejo, democracia y fortaleza

Frente al complejo, democracia y fortaleza

Un cargo político fue detenido y condenado a un año de prisión por reírse de la muerte de un policía a través de un tweet. Tranquilos, que la progresía no se incendie, que los defensores de la falsa libertad no abran su violenta “caja de Pandora”, que las huestes de la extrema izquierda y sus apoyos mediáticos y políticos, empezando por el PSOE, no lancen sus mensajes guerra civilistas a favor de tomar las calles en protesta por la falta de libertad. No ha sido en España. Dicha situación se ha producido en Francia, que como todos sabemos es cuna de dictaduras, ejemplo de nación donde se restringen de forma constante los derechos humanos y las libertades públicas. El ex diputado de la izquierda radical Stéphane Poussier, que fue detenido el domingo por publicar tres tweets en los que celebraba la muerte del gendarme Arnaud Beltrame, ha sido condenado a un año de prisión y a siete años de privación de sus derechos civiles. Y nadie en Francia, ningún partido ha puesto el sistema en solfa ni ha propuesto quemar las calles por una presunta violación de derecho alguno. Y para colmo de ejemplo, su antiguo partido, ‘La France Insoumise’, el equivalente a Podemos pero en “normal”, denunció en Twitter sus “vergonzosas y abyectas declaraciones”, anunciando que presentarían una denuncia contra su antiguo candidato. Qué ejemplo de Francia, de democracia fuerte con esa inalienable capacidad de distinguir y diferenciar libertad de expresión de apología del terrorismo, de loa al odio y de ensalzamiento del delito.

El gobierno y las dos cámaras solicitan la ilegalización de un partido político por atentar contra la unidad del Estado y contra la Constitución. ¡¡Tranquilos, prebostes del progreso!!, ¡¡Mucha calma, emancipadores de la tolerancia!!. No ha sido en España, no es una norma que figure en nuestro ordenamiento. Figura en la legislación alemana, nación subdesarrollada y ejemplo de tiranía, yugo y crueldad. Si, un partido puede ser considerado anti constitucional y por lo tanto ser prohibido. Y puede serlo si sus fines políticos y la actitud expresa de sus dirigentes buscan perjudicar el orden territorial e institucional del Estado, amenazando la existencia de la Nación, mostrando una actitud agresiva, expresa y beligerante con el fin de destruir Alemania. ¿Nos imaginamos tal norma en España?. Desgraciadamente no.

Se trata de dos ejemplos, especialmente ilustrativos, de cómo aplicar la ley sobre leyes duras conforman y cimentan un Estado fuerte, una nación poderosa y moralmente robusta. Se trata de ser conscientes de que democracia y libertad son compatibles con el orden y la ley. Sólo la ley, pero sin miedo a aplicar toda ella. Frente a ello, desde hace años se está perpetrando un diario ataque a España, mientras a través de nuestros legisladores y calando en toda la sociedad, se asume cobardemente un infame complejo de inferioridad. El complejo de ejercer el poder, el complejo de cimentar una democracia fuerte, el complejo del propio ser nacional de España. Nuestros legisladores son miedosos, apocados, pusilánimes. Sienten vergüenza a la hora de hacer funcionar al Estado de derecho ante los que quieren imponer la acracia y el desorden, ante quienes atentan contra nuestras instituciones y contra la propia nación.

Qué daño se provoca entendiendo la democracia como libertinaje. Qué sociedad más abyecta aquella que compra el adulterado mensaje de una democracia sin límites, de una libertad sin ley. Qué débil es un Estado que se acompleja por mantener el orden y preservar los derechos de la mayoría.

Porque como dijo el poeta y diplomático francés Saint-John Perse: “La democracia, más que cualquier otro régimen, exige el ejercicio de la autoridad.”

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