La fregona Puigdemont ensucia a los catalanes
Charlie Hebdo, la revista satírica de los gabachos, acaba de calcar a los golpistas del procés en su última portada: “Les catalans plus cons que les corses”. Los catalanes más “cons” que los corsos, pues éstos también soñaron con desgajarse de Francia. El término galo de “cons” reúne, en español, a bastardos, boludos, cabrones, capullos, mierdas y similares. Pero fue Pablo Planas quien dio la traducción perfecta: “Queridos Rufián y Guillaumes, os llaman “gilipollas” unas personas que si pueden presumir de muertos por la libertad de expresión”. No como vosotros, par de tarados, que tildáis de salvajes a la Guardia Civil y a la Policía Nacional y presumís de 893 heridos que abandonaron el dispensario con tiritas.
Aquella creatividad de los catalanes que obnubiló a España, hoy no es sino un hondo pozo de falsedades y traiciones. La raza superior que proclama Pantagruel Junqueras se diluye con su imagen, ya que, si hay que ser como él es, no hay bicho viviente que defienda ni crea en la esperanza de su raza. Los catalanes van de culo. De ser gente fina y estética, han pasado a ser mochileros y traperos. Por eso los catalanes de bien hacen larga cola ante el psiquiatra y los notarios, buscando unos que les atemperen esos deliquios que diariamente les produce la fregona Puigdemont, y otros, una fiscalidad honrada que vele y proteja sus ahorros. Esta Cataluña gobernada por promotores de la ira y auténticos desquiciados, genera el mal del desasosiego.
Me fascinó ver a la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría con los colores del Joker de Batman en el desfile de la Hispanidad. Me animó verla luciendo esos guantes de tonos morado/azulado propios del mejor villano que he visto. Creo haber detectado el mensaje que quiso mandarnos a los españoles. Que calzarse guantes lombarda es un signo inequívoco de que, por fin, el verdugo se ha decidido a acabar con los malditos insurgentes. Dios y Zeus lo quieran. Llegó la hora de frenar en seco a esta gentuza. Sabios hay que apoyan su detención. Millones de catalanes, castellano-parlantes, sueñan con que alguien aplique la ley penal y les saque las castañas del fuego.
¡Ojo! Que sacar castañas del fuego y meter a la fregona Puigdemont en la trena, acompañado de Pantagruel, el malvado enano de ANC, la loca de la CUP, filfas Forn, más ese capo de los mossos de guata, el tal Trapero, sería un acto bien ecológico que limpiaría Cataluña de ásperos cardos, setas venenosas y peligrosas espinas. ¿Imaginan a la fregona entrando en Alcalá Meco, escoltada por su banda de trileros a los acordes del Himno Nacional? ¿Imaginan al president mientras le rapan la fregona y lo mandan al patio a hacer de espantapájaros en la llanura de Henares? Sería un justo castigo para quien ha llevado a la ruina a la próspera Cataluña. Dios y Zeus quieran que así sea.