La fragilidad mental de Sánchez

La fragilidad mental de Sánchez

El cuadro clínico de Sánchez responde al de un blando, presumido, superfluo líder cuya mente rechaza la realidad y descarrila. Pasota es el mejor adjetivo para definir a este inútil que muestra desinterés por cuanto no ataña a su ridículo ego o propio bienestar. Pasa -de ahí lo de pasota- de las necesidades de la gente. Tras gozar una luna entera de impúdicas vacaciones en La Mareta, reaparece con un cínico look humilde, en alpargatas, pero hondas ojeras delatan sus fracasos, sin ocultar la depresión que lo devora: los sondeos hablan de que se dará una hostia en las elecciones. España no merece tener a un zumbado como presidente. La fragilidad mental de Sánchez parece un huevo roto y no tiene solución.

Tal inculto, detesta la transparencia y convoca ruedas de prensa sin permitir que los periodistas hagan preguntas. Alguien debería decirle que eso no es una rueda, sino un sucio monólogo propagandístico. Sin prensa que pregunte, no hay rueda que valga. El lerdo aporta delirios donde se requiere información. Si a Sánchez le dejaran elegir entre la normalidad democrática y el poder absoluto, sin duda, elegiría lo absoluto para seguir cometiendo atrocidades. Nació tirano y se venderá a los traidores secesionistas, que satisfacen sus ínfulas. Ojalá que pronto se largue, con la mochila cargada de indecencias, a un camping y abandone las veleidades palaciegas, dejándonos vivir en paz para siempre.

La nueva portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, mujer risueña y femenina, tan diferente a esas iracundas “feministras” de Podemos, no sabe por dónde salir desde que Sánchez y su guardia de sátrapas la obligan a difundir las trolas del Ejecutivo como si fueran ciertas. La fiel socialista no sabe qué hacer, pues llegó donde está sin haber soltado un solo bulo. La pizpireta ha distendido las relaciones con la prensa y su amable modo de tratar los turbios asuntos de Estado justifican una crisis que nada cambió. Pues el altivo mendrugo sigue de recreo, en alpargatas, sin someterse a control parlamentario sobre los dramas de Afganistán, la pandemia y la luz. Menudo inútil, por no volver a insistir en su fragilidad mental.

Me sumo al homenaje a Luis García Berlanga, el genio que retrató, como nadie, la falsa moral de la sociedad española. Echo mucho de menos su enorme talento y su inigualable sentido del humor. Luis cambió, abrió la mentalidad de todos los españoles. Me fastidia que no siga vivo porque rodaría un film desternillante sobre este absurdo presidente del Gobierno que hemos de aguantar. Hago extensivo el homenaje a María Jesús Manrique de Aragón, su viuda, mujer única, maravillosa, a quien también adoro. Y a sus hijos.

 

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