Finanzas de Pizarra: las cuentas de Mercadona
Año de nieves, año de bienes. El aserto se cumple esta temporada. Las nevadas caídas a finales de año y durante el mes de enero de 2016, con alguna que otra en febrero, y que el primer fin de semana de marzo han vuelto con fuerza, aseguran la temporada turística. Los hosteleros y restauradores de la Cerdanya no caben en sí de gozo, los comercios muestran su mejor cara, la actividad inmobiliaria se reanima y la economía ceretana se revitaliza. Largas colas de esquiadores, carreteras colapsadas, accesos a las estaciones de esquí de bote en bote, esperas para los remontes y telesillas, mucha gente disfrutando de una nieve excelente. Las estaciones de esquí que durante las últimas temporadas han sufrido e invertido sumas considerables en cañones de nieve artificial y mejoras en las pistas, como la iluminación de Masella, en pos de atraer a los esquiadores, ven como en 2017 sus esfuerzos se ven recompensados.
En esas estamos cuando uno piensa que la empresa familiar, sea pyme o no tan pyme, se distingue casi siempre por el largoplacismo y no por el cortoplacismo. El hoy, el momento actual, cómo no, es fundamental pero hay algo aún más primordial: encarar el futuro, saber marcar el rumbo de la empresa ante ese mar de aguas procelosas que es el mundo de los negocios, golpeado a menudo por las tempestades económicas, con entornos cambiantes y exigentes, con consumidores cada vez más informados e ilustrados, innovando, buscando las maneras de saber satisfacer más y mejor las necesidades de la clientela.
A diferencia de grandes conglomerados con cotización bursátil, los beneficios no son el principal leitmotiv de la empresa familiar. Ganar, es cierto, constituye siempre el reto en términos empresariales pero hacerlo representa además la vía para generar autofinanciación mejorando los recursos propios, fortaleciendo la solvencia empresarial, consolidando la robustez patrimonial, cimentando el crecimiento gracias a la independencia financiera, soslayando endeudamientos corrosivos susceptibles de intoxicar los balances.
En la empresa familiar, cerrar las cuentas con resultados positivos no tiene por finalidad exclusiva repartir jugosos bonus ni distribuir pingües dividendos. No. La consecución de superávit y que remansen las ganancias en forma de reservas en el patrimonio neto de la empresa familiar, ésta se hace más grande, potente y competitiva, rebajando su dependencia financiera, frenando su endeudamiento.
Mercadona ante el futuro
Juan Roig sabe que el futuro de Mercadona, como actual líder de la distribución alimentaria con una cuota del 23% en España, se escribe hoy y que ésta es la hora de poner los pilares en este entorno tan cambiante en el que vivimos. Mercadona va a dedicar esfuerzos a lo que hasta ahora ha sido una asignatura pendiente quizá porque la propia demanda y su clientela no la haya impulsado exigentemente: el comercio online. Juan Roig es consciente de que el canal de Internet irá a más. Al propio tiempo, los puntos de venta actualmente deben renovarse buscando la confortabilidad y la comodidad de la clientela. Eso impone remozar tiendas existentes, poner en marcha nuevas plantas de comercialización bajo otras pautas. Los retos logísticos en un sector como el de la distribución alimentaria son cruciales, recabando inversiones considerables. La innovación es determinante y en ello hay que involucrar también a los proveedores. En suma, se trata de ir moldeando la empresa, Mercadona, a los gustos, preferencias y exigencias del cliente, de “El Jefe” como gusta decir Roig.
Así que, para los próximos años, Mercadona renunciará a parte de sus beneficios —636 millones de euros en 2016, 611 millones en 2015, 543 millones en 2014— en aras de dotarse del adecuado músculo económico y financiero que la consolide en ese liderato que ostenta actualmente y, sobre todo, en abrirse a otros mercados allende nuestras fronteras. Portugal en 2018 será la primera prueba de fuego de Mercadona en su proceso de internacionalización. Portugal es un riesgo controlado, un laboratorio experimental, cerca de España e idóneo como para poder trabajar con proveedores nacionales y portugueses fuera de nuestro territorio haciendo probaturas en otro mercado, con otro tipo de clientela, con gustos parecidos pero no exactamente iguales, tomando contacto con idiosincrasias distintas. Mercadona ha calculado bien el primer paso para su expansión internacional. Allí pero tocando aquí, bastantes similitudes aunque con matices y peculiaridades, inversiones manejables y controlables, en busca del aprendizaje para ir sacando conclusiones viviendo una experiencia manejable.
Mercadona luce un balance muy saneado al cierre de 2016, sin deuda bancaria y muy capitalizado. Sus activos totales suman 8.195 millones de euros de los cuales 4.912 millones —60%— se financian a través de recursos propios y los restantes 3.283 millones —40%— a través de deuda. En 2005, Mercadona sumaba un activo total de 2.985 millones de euros, sus recursos propios ascendían a 804 millones y su deuda total era de 2.180 millones. De entonces acá, su activo ha crecido en 5.210 millones de euros, su patrimonio neto lo ha hecho en 4.108 millones y su deuda total en 1.103 millones. El secreto del éxito de Mercadona, además de su potencia comercial y su enfoque de negocio, radica en saber ganar y saber retener gran parte de sus excedentes plasmándose en reservas, vigorizando sus recursos propios. El importe neto de la cifra de negocios de Mercadona pisa fuerte: 19.802 millones de euros en 2016 por encima de los 19.059 millones de 2015 y de los 18.442 millones de 2014. Si nos remontamos al pasado, en 2005 Mercadona ingresaba 9.602 millones. En 11 años, la empresa valenciana ha sido capaz prácticamente de doblar sus ingresos en un sector tremendamente competitivo, donde los precios se ajustan y los márgenes son exiguos.
Mercadona mantiene la enjundia de su resultado de explotación —779 millones de euros— maneja bien sus costes de aprovisionamiento y sus gastos de explotación, que se ve empujado por la obtención de resultado financiero positivo —24 millones de euros— y presenta un beneficio antes de impuestos de 803 millones que, tras la contabilización del impuesto sobre sociedades, confluye en un excedente neto de 636 millones de euros, representativo del 3,2% sobre la cifra de negocios. En España tenemos la suerte de contar con grandes empresas y no necesariamente por su tamaño, que marcan estilo en sus modelos de gestión. Algunas de ellas están en el Ibex 35, otras en el mercado continuo, sin cotizar en Bolsa infinidad, pero cuyas mentes pensantes y mandamases saben gestionar ejemplarmente las compañías. La gran mayoría, sin embargo, son para la opinión pública perfectas desconocidas. Detrás de esas empresas, donde las familiares copan posiciones preeminentes, aparecen líderes que saben guiar muy bien sus pasos tomando decisiones idóneas en momentos dados. Se han internacionalizado, se han abierto al mundo, se han dotado de talento, han sabido formar equipos de primer nivel caracterizados por entusiasmo envidiable. El problema es que nuestra Administración y nuestro Gobierno no sepan valorar en su justa medida los activos y los potenciales que estas empresas representan para nuestro país, más allá de concederles de vez en cuando alguna insulsa distinción.