El final del sanchismo se acerca

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Escribía el viernes pasado que las elecciones municipales y autonómicas iban a ser la primera vuelta de las elecciones generales, de manera que si se producía un resultado adverso para Sánchez, como todo parecía indicar, iban a ser lo más parecido al inicio del final del sanchismo.

Tras la debacle electoral socialista del domingo pasado en las elecciones municipales y autonómicas, Pedro Sánchez ha decidido adelantar las elecciones al domingo 23 de julio de 2023. Acorralado por los resultados, noqueado, huye hacia delante, tratando de jugar una última carta que, probablemente, le saldrá mal.

La contestación a Sánchez ha sido clamorosa a lo largo de toda la geografía nacional, perdiendo casi todas las comunidades autónomas que se ponían en liza y muchas capitales de provincia.

Así, los socialistas perderán los Gobiernos autonómicos de Aragón, Valencia, La Rioja, Extremadura y Baleares. No consiguen ganar ni en Madrid ni en Murcia, que mantiene el PP. En Cantabria, pierde la región, en la que apoyaba a Revilla. En Canarias, puede perder el Gobierno tras los potenciales pactos.

Pierde Sevilla, la izquierda pierde Valencia y puede que Barcelona. Los socialistas también pierden Valladolid y el PP gana en la práctica totalidad de las capitales de provincia andaluzas, empatando en Jaén. Y así, una catarata de malos resultados para la formación socialista, que pierde en votos, en concejales, en principales alcaldías y en comunidades autónomas.

Es más, es tal la censura al sanchismo por parte de los electores, que por mucho que Sánchez adelante las elecciones, en dos meses no puede mitigar ese efecto. Los ciudadanos han demostrado, con su voto, que están hartos de las políticas de Sánchez. El mayor rechazo puede verse en Madrid, lugar al que Sánchez ha perseguido más, imponiendo un impuesto de patrimonio bis, atacándola en plena pandemia, cerrando Madrid y enviando a sus ministros a pelear de manera absurda con la región madrileña, a la que no puede ver porque tiene mejores resultados con una política económica completamente distinta a la socialista, que pone en evidencia el fracaso de la política de la izquierda.

Sánchez, con la convocatoria de elecciones, entra, posiblemente, en la recta final de su vida política, en el que parece que será un desenlace amargo. Sus pactos con Bildu, con los independentistas, sus leyes junto con Podemos, su intervencionismo en las empresas ha tenido un límite, que es el que los ciudadanos le han indicado en las elecciones de este pasado domingo. Ahora bien, el centroderecha no debe confiarse, porque no está todo hecho. Queda el empujón final, pero todavía hay que darlo. Por eso, los ciudadanos que quieren un cambio político y que votaron este pasado domingo por dicho cambio, deben corroborarlo de nuevo en las urnas el veintitrés de julio, para poner fin, así, al esperpento que ha supuesto este Gobierno.

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