Feijóo muestra la alternativa a Frankenstein
Aunque Alberto Núñez Feijóo no haya logrado ser investido presidente del Gobierno, tal y como ya se esperaba, pues faltaba cuatro votos para poder conseguir la mayoría absoluta, ha dejado claro que es una persona sólida, con experiencia y que ofrece a los españoles una alternativa seria, ortodoxa y que genera confianza.
Feijóo podría haber sido presidente del Gobierno si hubiese estado dispuesto a hacer lo mismo que parece que va a hacer Sánchez para seguir en el poder: conceder la amnistía, pergeñar alguna fórmula de referéndum y abrir la vía a la autodeterminación, es decir, a la independencia, de algunas regiones, como Cataluña y País Vasco. Sin embargo, el presidente del PP ha dejado claro que no va a pagar esos precios, porque no todo vale para llegar al poder y él se ha comprometido a garantizar la unidad de España y la igualdad entre todos los españoles.
Tanto su discurso como sus réplicas dejaron claro su sentido de Estado en contraposición con un Sánchez escondido en su escaño, con miedo a debatir con Feijóo sin la ventaja del tiempo ilimitado con la que contaba en el Senado en la legislatura pasada, enviando a uno de sus siervos más parecidos a él para insultar al líder del PP.
Feijóo le recordó al PNV y a Junts que no siguen el mandato de sus electores al ponerse del lado de la política económica de Podemos y a Bildu le dijo, claramente, que guardase sus votos para Sánchez, que él no los quería, porque Bildu antes que nada tiene que pedir perdón a todas las víctimas de ETA y colaborar para esclarecer los cientos de atentados de la banda asesina todavía no resueltos.
Feijóo no logró la investidura, pero sí se invistió de las maneras de presidente de Gobierno. Demostró ofrecer un discurso tranquilo, unas formas educadas al tiempo que contundentes y una experiencia de varias décadas en la gestión y en la política. Claramente, Feijóo se erige en el próximo presidente del Gobierno una vez que se deshaga Sánchez en esa tenebrosa coalición, que no puede llegar muy lejos, sobre todo con el deterioro económico que se presenta en el horizonte, o tras la repetición de elecciones si a Sánchez le falla alguno de sus apoyos, pese a su claudicación preventiva a todas su exigencias.
Mientras tanto, si Sánchez consigue revalidar en su puesto, Feijóo podrá ser demoledor en una firme y rotunda oposición, pues se ha visto que está muy por encima del presidente en funciones. Así, desde el liderazgo del centro-derecha, con el grupo mayoritario en el Congreso, mayoría absoluta en el Senado y la inmensa mayoría de gobiernos autonómicos y municipales, Feijóo habrá de acorralar a Sánchez para que la excepcionalidad del rencor y el espectáculo lamentable que Sánchez ha introducido en la política sea, cuanto antes, un triste recuerdo y España pueda recuperar la senda de la normalidad, la concordia y la prosperidad.
Vienen tiempos duros, porque Sánchez y su tenebrosa coalición, destructores de España, van a apretar el acelerador para intentar desdibujar la Constitución, nuestro sistema de monarquía parlamentaria y nuestra Transición. Ver a Sánchez genera escalofríos, porque se percibe que está dispuesto a todo con tal de conservar el poder, con tal de destruir lo que los españoles tenemos, nuestra convivencia y nuestra prosperidad.
Un nuevo gobierno de Sánchez estará más cerca de convertir a España en una especie de excepción hispanoamericana en la UE que en una nación equiparable con las de la Unión Europea, en forma de una democracia formal, pero intento de control de todos los poderes, eliminación de contrapesos y manipulación de las instituciones. Puede parecernos increíble, pero puede pasar, aunque, gracias a Dios, contamos con el marco de la UE, que hace más difícil ese proyecto de demolición. Frente a ello, Feijóo ha de ser el dique de contención que frene ese desvarío y que insufle esperanza a España, para devolverle la normalidad en cuanto logre el Gobierno.