Una falsaria no puede ser ministra ni un minuto más

Una falsaria no puede ser ministra ni un minuto más

Ya es viernes y aún no ha dimitido Isabel Celaá. La ministra de Educación y portavoz del Gobierno no puede seguir ni un minuto más ejerciendo sus funciones institucionales. Una falsaria está inhabilitada para ocupar cualquier cargo público. No sólo oculta en su declaración de bienes un chalé de lujo de más de un millón de euros que tiene con su marido en gananciales, sino que, además, miente a todos los españoles. Dice que el suntuoso inmueble cuesta 195.408 euros cuando, en realidad, la escritura de 2010 lo tasa en 1,05 millones. Año en el que, para más inri, ese tipo de posesiones estaban a la baja, ya que España andaba sumida en una profundísima crisis económica.

Por lo tanto, la finca de 4.500 metros cuadrados y 700 metros cuadrados de vivienda en una de las zonas residenciales a las afueras de Bilbao es aún más cara si cabe. Celaá es pura élite y, además, es pura élite basada en la mentira. De ahí que la propaganda que, de manera constante, desgrana el Ejecutivo en las intervenciones de la práctica totalidad de sus miembros valga menos que el papel mojado a tenor de los hechos que, como un serial interminable, les cuenta OKDIARIO. Sea como fuere el precio final, ya sea ajustado a la escritura o al valor de mercado en la actualidad, lo cierto es que vale mucho más que esos 195.408 euros.

Cifra que, para dicha propiedad, resulta ridícula. Una forma más —y ya resultan innumerables— de reírse de todos los ciudadanos, sean o no votantes del PSOE. Por otra parte, y a tenor de lo que estamos viendo desde que entraron en el poder, ése parece el fin último: engañar a los españoles y llegar a las próximas elecciones generales lo mejor posicionados posible. Carentes de respeto por las normas básicas de la ética política, sólo con el interés particular de que Pedro Sánchez ostente el asiento de La Moncloa y que su equipo maneje el Ejecutivo. Algo que les va a resultar más que difícil. Afortunadamente, hay prensa libre que pone, en fila y por su nombre, cada una de las deslealtades con los ciudadanos. Se llame Tesisgate, Pedro Duque, Rosa María Mateo, María Jesús Montero o, en última instancia, Isabel Celaá, quien debe dimitir de manera inexorable.

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