Y éste era el moderado de Podemos

Y éste era el moderado de Podemos

Lo grave no es que dos candidatos de la lista electoral de Errejón a unas elecciones autonómicas hayan recibido un premio en metálico de la narco-dictadura venezolana por escribir el enésimo líbelo que canta las ‘bondades’ del régimen. Al fin y al cabo, está probado hasta el aburrimiento las conexiones de toda índole entre los fundadores de Podemos y la tiranía de Chávez y Maduro. Lo auténticamente grave es que, tras esta noticia, los dos interdictos probablemente no presentarán su renuncia inmediata ni se organizará un escándalo que abra los telediarios del mediodía. En cambio, ¿qué sucedería si en las listas del PP, Ciudadanos o Vox se presentase una persona que hubiera recibido dinero de alguna abominable dictadura latinoamericana? El alboroto, con toda razón, sería mayúsculo. Estaríamos ante una siniestra burla de la Democracia y del Estado de Derecho que tanto nos costó conseguir.

La sociedad española ha vivido durante demasiado tiempo adormecida por una suerte de monopolio cultural nada inocente ejercido desde ámbitos mal llamados progresistas. Y así hemos llegado al absurdo de que pueda presentarse como moderado –mucha gente lo considera así– un individuo como Íñigo Errejón, que como secretario de la tristemente célebre fundación CEPS firmó el cobro de 401.800 € por asesorías a la narco-dictadura venezolana. Alguien que hace menos de un año, a finales de 2018, aún defendía las bondades democráticas, sanitarias y alimentarias de una dictadura que ha ocasionado el mayor éxodo de desplazados en toda la Historia contemporánea de América Latina. Hasta donde ha descendido el listón en España, insistimos, para que Errejón sea visto como persona templada y ecuánime.

No deja de resultar sorprendente que individuos con semejante historial pretendan ofrecer soluciones políticas para arreglar los problemas de los madrileños. En todos los lugares del mundo donde sus ideas se han puesto en práctica, la ruina económica, la merma de libertades y el aumento de la corrupción ha sido exponencial. La clave conceptual de todas estas paradojas puede encontrarse en el subtítulo de un libro de Luis Alegre y Carlos Fernández Liria: “El colapso moral de los intelectuales occidentales”. Pues eso.

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