Estamos «agonizando», pero ho tornarem a fer

Estamos «agonizando», pero ho tornarem a fer

Los catalanes vivimos en un bucle infinito. Ahora en una secuela previsible del folletín ‘República’ que se ha venido emitiendo desde el 2012 en capítulos de tensión progresiva hasta el clímax del 2017. Ha seguido hirviendo la olla gracias a la Kale Borroka (los cortes de la Meridiana, por ejemplo), a unos medios públicos y ‘concertados’ vendidos al procés, a la escuela, la universidad y otras muchas instituciones hasta que los delincuentes han salido del trullo y proponen montar su spin off.

Y este es el objetivo principal, básicamente porque no saben enfrentarse a los problemas de verdad. En reciente rueda de prensa, hablando de las medidas anticovid que se pondrán en marcha, la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, aseguró que la Generalitat «intenta buscar el equilibrio en todos los aspectos… priorizando sobre todo el aspecto sanitario porque tenemos un magnífico sistema sanitario que está agonizando y debemos preservarlo”.

“Agonizando”, dijo. No es una figura poética que yo me haya permitido: lo profirió ella misma. Se le habrá escapado. Muy mal lo deben de ver.  Y con esta confesión no dan mucha confianza al turismo, interior o extranjero. Catalunya es la región europea con más casos de Covid de toda la Unión Europea. Tenemos 1.200 hospitalizados y 200 en las UCIs. Los contagios han superado los 46.000 en una semana, lo que significa volver a cifras similares a las de mayo. El gobierno catalán ha decretado el toque de queda para 158 municipios. El sistema, ya muy estresado, vuelve a ser golpeado en lo más frágil. El panorama es bien preocupante. Y si esta “agonía” afectase sólo al mundo de la sanidad, aún. Pero la mayor parte del sector económico está en las últimas.

Por eso hablo del ‘bucle’, por esa disparidad entre lo real y urgente con lo imaginario y superfluo.  Lo más importante parece ser que quienes cometieron los graves delitos que les imputan no tengan que responder con sus propiedades al Tribunal de Cuentas. Llevamos días con esta historia. En principio el ICF, el Instituto Catalán de Finanzas (o «Instituto Catalán de Fianzas”, como apuntó con agudeza el diputado de Carlos Carrizosa), no iba a hacerse cargo del aval para no exponerse a las mismas acciones penales o administrativas que los 34 ex altos cargos encausados. Pero hoy mismo, el consejero de Economía, Jaume Giró, ha confirmado que finalmente los avalará. Milagrosamente, después de mucho pensarlo, el Institut «se puso inmediatamente a disposición”. ¿Qué ha sucedido para que los profesionales del ICF superasen sus previos y razonables temores? Algún día lo sabremos.

Si ven la luz por algún lugar no es precisamente porque la actitud europea con el secesionismo catalán haya cambiado. Ni los flamencos se mojan con el asunto, que ya es el colmo. Nos ha visitado su líder, Jan Jambon, y ni siquiera de él el president Aragonés ha conseguido muestras de apoyo. El político ha recurrido a aquello tan socorrido del «diálogo político para salvar los conflictos». Que es como escurrir el bulto.

Pero van a hacer como si las cosas no hubieran cambiado durante los cuatro años transcurridos desde su intento de asonada. Hasta Elsa Artadi se ha permitido comentarios optimistas respecto al ascenso desde la basura del bono catalán: “Ha mejorado la calificación de la deuda catalana. Es una buena noticia porque refleja la confianza de los mercados y de los inversores en nuestro país, y nos permitirá tener más instrumentos financieros y librarnos de las intervenciones financieras del mercado”.

Quins collons. El Estado es el gran avalador de nuestro bono casi en su totalidad. Y los inversores y los mercados sólo podrían volver a confiar si se convencen de que no lo volveréis a hacer. Porque si Cataluña resiste es sólo porque todo el mundo sabe que quienes dan seguridad de verdad son esa mitad de catalanes que tan poco os gustan.

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