Ésta es la España de Almodóvar

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La define así un colega, singularmente perspicaz y atinado, que a continuación recita sin solución de continuidad la lista de películas del pícnico director manchego que, a su juicio, han representado de antemano el país que nos está dejando la coyunda social-leninista. Recita así el catálogo: Carne trémula, Kika, La flor de mi secreto, La mala educación, La ley del deseo, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Mujeres al borde de un ataque de nervios, ¡Átame!… son -afirma este periodista- la falsilla sobre la que Sánchez y su ralea han edificado esta España donde los delitos ya no lo son si son de izquierdas, y las costumbres son perseguibles si son de derechas.

La verdad es que este cronista no había escuchado un juicio tan certero como éste para definir o dibujar lo que ha hecho este Sánchez iconoclasta, descreído, faltón y mentiroso que lleva ya no menos de cinco años destruyendo, ladrillo a ladrillo, todo lo bueno que ha acumulado España durante años, incluso siglos. No hay que restarle el mérito perverso al sujeto, fíjense si no la pregunta que no hace mucho tiempo se planteaba el diario sanchista-lenista de la mañana: «¿Habría aceptado España la homosexualidad sin el cine de Almodóvar?». Lo mismo nos podemos interrogar sobre el aborto: «¿Estaría España asumiendo lanarmente la especie de que el aborto es un derecho sin los mensajes fílmicos de Almodovar?», o por completar la serie: «¿Estará España ahora mismo soportando la idea de que todo lo que no es ‘progre’ es pecado y atacable de oficio?».

Vistas las cosas así no hay duda: la España de ahora mismo es la España que previno Almodóvar en su obra total. Hablamos de ese director al que todo el mundo beatifica (de forma laica, ¡faltaría más!) sin probablemente haber sufrido algunas o ninguna de sus películas. El humor de este personaje, que nace en la España esperpéntica, donde se crucifica al que osa oponerse a lo políticamente correcto, es chusco, provocador y a veces insoportable, pero ¡ay de ti, como de mí ahora, si te atreves a denunciarlo! Los batman de las redes te asfixiarán con sus comentarios porque ellos, como su mecenas Almodóvar, están en la verdad, y tú eres un pirata del fascismo que intenta poner puertas al campo de la España progresista de la que habla y no acaba el jefe Pedro Sánchez. Debe reconocerse que desde este punto de vista Almodóvar es el Bautista del nuevo Estado que está asentando este sin par Gobierno en nuestro país. Al fin, todo lo que está perpetrando la cuadrilla de individuos aún en La Moncloa, ya lo había predicado Almodóvar en cualquiera de las piezas de su filmografía, alguna de las cuales es sencillamente abyecta. En este recital de películas lo anormal es lo normal y el malo es el bueno e incluso algo más: al declarado malo, el bueno de antes, hay que retirarlo de la circulación, es un peligro social.

El pasado sábado en la sesión de control al Gobierno que dirige con una sonrisa mefistofélica en los labios la acólita de Sánchez, la señora Batet, dos personajes todavía sentados en el banco azul: la supuesta ministra de Igualdad, Irene Montero, y el criado del presidente, el histérico Bolaños, pronunciaron sendos mítines en los que algo quedó claro: «Los que se oponen a nuestros designios no caben en la España que estamos estableciendo». Da igual a este respecto que ya exista una carga de seiscientos delincuentes que se mofan en las cárceles de las rebajas de pena que les han sido concedidas por este Gobierno. Cuando el voluntarioso diputado de Vox, antes PP, Gil Lázaro, lanzó su soflama fotografiando la bochornosa realidad de una ley que pone en la calle a los peores especímenes de nuestra sociedad, violadores y matones incluidos, los citados (¿o habrá que escribir cerrilmente citadas?) se reían a mandíbula batiente como si estuvieran contemplando la escena más cómica de ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Al margen de la falta de respeto parlamentario, las carcajadas de estos sujetos/as revelan una certeza: esta brutalidad concesiva para los agresores sexuales les trae por una higa, ellos a lo suyo: a parir unas leyes a las que inmediatamente pueda adosarse el adjetivo de ‘progresistas’.

Hace tiempo que las personas (¿o tampoco se puede usar ya este término?) más confiadas, bobaliconas, del país todavía dudaban de que «estos se atrevan a tanto»; pues bien, se han atrevido. La vieja aspiración de «A España no la va a conocer ni la madre que la parió» ya está escrita sobre nuestra geografía, bien es cierto que con caracteres diferentes a líos que ambicionaba el ahora estadista Alfonso Guerra. Mencionar a las «gentes de bien» como ha hecho Feijóo para determinar a aquellas que ya no soportan esta ingeniería social, que ha fabricado esta pléyade de indigentes intelectuales, produce hilaridad en la tropa social-comunista, pero son las gentes que ya están hartas de sufrir en sus carnes y sus conciencias (también en sus familias) el asedio de este contubernio infame que está situando a España como distinguida franquicia de criminales repulsivos como Maduro, Ortega o también Putin, al que tanto admiran los chicos y chicas de Podemos. A la España que anticipó Almodóvar (todavía le queda alguna que otra fechoría por producir, subvencionada, claro está) ya está entre nosotros. Por terminar de denunciarla: es la España donde caben tipos embusteros, falsificadores de la naturaleza, como Sánchez, o mujeres, al borde de un ataque de nervios, como la vacua Yolanda, o la chica del preboste Iglesias, señora o señorita Montero, enclaustrada en su confortable sillón azul. Enhorabuena a los dos Pedros, Sánchez y Almodóvar: habéis triunfado. Esta es la España vuestra. También del leninista Pablo Iglesias Turrión. 

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