España tiene que estar con el mundo libre
España tiene que estar con el mundo libre, ése que desde principios del siglo XX tiene a Estados Unidos como indiscutible referencia. El Gobierno de Mariano Rajoy acierta al apoyar sin fisuras el ataque al Ejército del sátrapa Bashar al Assad. Los sirios padecen una guerra civil que dura ya más de seis años y que se ha cobrado la vida de cientos de miles de personas y ha provocado el desplazamiento de más de 11 millones. Atrapados entre la constante represión de Assad y la amenaza del Estado Islámico, los ciudadanos que aún quedan en el país son muertos vivientes sin más esperanza que una acción internacional que ponga fin a uno de los conflictos bélicos más cruentos de lo que llevamos de nuevo siglo. Occidente y sus grandes democracias han de dar una respuesta sólida y perseverante ante tanta destrucción. En este tipo de asuntos, España debe regresar a aquella ‘Alianza Atlántica’ que impulsó José María Aznar junto con George W. Bush y Tony Blair y que a la postre desapareció durante la presidencia del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.
Es cierto que nuestra intervención en Irak no se hizo bajo los cauces adecuados, pero es innegable que España nunca ha sido tan influyente en el escenario global como en aquella época. Una unión que nunca fue bien ponderada y que nos valió, entre otras cosas, para que, con la colaboración de los servicios de inteligencia americanos, ETA quedara reducida a lo que es hoy: nada. Donald Trump es un presidente controvertido, incluso despreciable en muchos de sus planteamientos. Sin embargo, es cierto que el bombardeo sobre la base aérea de Al Shayrat es una acción tan necesaria como irreprochable. Sobre todo después de que el régimen sanguinario de Al Assad haya atacado con armas químicas —prohibidas por la comunidad internacional— la provincia de Idlib dejando tras de sí un rastro de muerte que no tuvo piedad con los civiles: niños incluidos. Las guerras nunca son deseables, pero a veces se convierten en la única manera de alcanzar la paz. Ni Bashar Al Assad ni el Estado Islámico pueden tener hueco en el futuro de este mundo. El pueblo sirio necesita una oportunidad en Europa pero también en su patria, de donde nunca tendrían que haber salido a la fuerza.