España incierta
España pierde ritmo cardiaco. Los indicadores de nuestra economía dan muestra de una ralentización de la actividad económica en un momento en el que las incertidumbres internacionales, alentadas por los vientos populistas, están alineándose para provocar un huracán cuyo nivel de peligrosidad es aún incierto. Empleo, crecimiento, balanza comercial, confianza, déficit, deuda… deberían estar alertando a las autoridades españolas de los riesgos que se ciernen sobre nosotros. Lejos de ello, el gobierno se ha instalado en la autocomplacencia electoral, en una actitud muy similar a la del gobierno de Zapatero en los comicios de 2008. “Comportamiento positivo” o “tasas de crecimiento superiores a la media” es el balance que ofrece la versión oficial.
Mientras todo esto ocurre, el futuro y el bienestar de los españoles se decide en una partida de naipes entre los partidos de izquierdas: el control del gasto público, la política fiscal, las políticas activas de empleo, el necesario avance hacia una unidad de mercado, la reforma educativa para acompasar a nuestros jóvenes a las necesidades reales del mercado laboral, la sostenibilidad de nuestro estado de bienestar y, en términos generales, la mejora de la productividad y de la competitividad de la economía española. Nada está decidido a la espera de una burda disputa en clave electoral.
El presidente del gobierno ha presentado hoy un programa electoral que pretende ser el primer movimiento de esa partida que decidirá la gobernabilidad de nuestro país. Si Sánchez se impone en las cloacas del relato de las que él es su máximo exponente, España será una; y, si Iglesias logra desestabilizar al aparato propagandístico de Moncloa, España será otra. Con un presidente sin identidad política, todo puede ser. La decisión de Sánchez tras la moción de censura de dar luz verde a una legislatura zombi que, no obstante, disponía la artillería institucional en línea con sus intereses electorales, aunque eso pasará por otorgar la categoría de socios preferentes a todos aquellos que buscan la destrucción de España, ha sumido a la política española en el desnortamiento. Los vientos huracanados empiezan a soplar y Sánchez se empeña en deshacer los nudos que con suma irresponsabilidad creo.
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