Escaños por negocio

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Escaños por negocio

Se avecinaba un fin de semana tranquilo, tras la condena histórica de un fiscal general del Estado que resultó ser el abogado defensor del presidente del Gobierno y filtrador de secretos a tiempo parcial. Pero no. La izquierda es más peligrosa cuando la condenan que si le dejan hacer. Es ahí cuando activa su ADN depurador, esa mentalidad purgadora que le ha llevado a hacer razzias y construir chekas contra todo aquel que defienda un mínimo de libertad y democracia. Y en estas, se puso la maquinaria zurda a sacar a la calle a sus más fieles devotos, esos juristas sin título ni toga a los que una tarde dominical igual le pilla degustando churros en San Ginés que gritando loufer a las puertas del Tribunal Supremo.

La gerontocracia del PSOE, atiborrada de esteroides económicos que provocarán la ruina de un sistema ya de por sí quebrado, vive a la manera de su partido durante el franquismo, bajo vacaciones perpetuas, que sólo abandonan cuando la manifa llama y hay que justificar la pensión. Hay que esperar al natural relevo biológico de esta generación de voto y mentalidad estabulada para que décadas de saqueo y corrupción consentida no tengan su continuidad sociológica.

Y ahora que ya sabemos por qué Sánchez vendió España a sus enemigos -los de la nación, se entiende-, queda por dilucidar el precio que le pondrá al cadalso donde construirá su ejecución final. Porque su obra aún no está terminada, y la condena a su fiscal general del Estado apenas si ejercerá resistencia respecto a su plan final de liquidación nacional.

Cuando tu concepto de servicio público bebe de la misma alcantarilla moral donde abrevaron los que pegaban tiros en la nuca, se entiende que hasta la dignidad se explique en euros. Sánchez es un tipo de bajos fondos, que vivió toda su vida política con el estigma de unas saunas que marcaron su estatus dentro de un partido que no le quería. Creció en unas siglas que le marginaban como concejal de salidas nocturnas, y en ese período, fraguó amistad con la cochambre que luego ocuparía responsabilidades institucionales y de gobierno.

La estrategia de estos revolucionarios del buen vivir, resistentes a perder el privilegio que le otorga el escaño, se basa en una triple negación: de la verdad, de la realidad, y de la democracia. De la verdad, porque a toda prueba que evidencie su compromiso con el crimen le opondrán cortinas de humo retóricas y alteración cognitiva respecto al suceso en sí. De ello ya se encargarán, aleccionados y prietos, sus sicarios mediáticos.

La segunda negación, por si la primera no resulta suficiente, será de la realidad. El plan es sencillo: no creas lo que publican los medios, sentencian los jueces y ven tus ojos, sino lo que el Gobierno y RTVE te digan, porque el muro se trataba de dividir a la población entre focas amaestradas y ovejas serviles y lo que haya al otro lado, donde la vida inteligente exige a sus gobernantes algo más que dádivas y subvención. No ha existido el puterío de Ábalos, ni las mordidas de Cerdán, ni los presuntos delitos de la pentaimputada Begoña, ni la condena de García Ortiz es justa. Todo obedece a un invento de la ultraderecha política, mediática y social, que le tiene manía a la impunidad delictiva. Orwellianismo en vena apesebrada.

Y la tercera negación es de la propia democracia. Empieza a escucharse, con demasiada frecuencia, a zotes con escaño y tabernarios de tertulia, hablar de la necesidad de instaurar un nuevo Frente Popular, similar al que se constituyó en la Segunda República, con el objetivo de reventar a la derecha, como se hizo entonces también. Nos quedan dos años de andanzas por los platós de correveidiles gritando golpe de Estado, a lo que sería la natural alternancia (ya veremos si alternativa) democrática. Mientras, su ilegítimo gobierno, comprará votos con el poco dinero que llegue ya de Europa y el mucho que seguirá robando a los bolsillos del contribuyente.

Sánchez le dirá a Junts que pida por esa boquita, mientras da el sí a la Ley Bolaños que pondrá fin al Estado de Derecho, para que nunca más un juez ose condenar a un socialista de carnet. Le dará al PNV lo que las nueces cuesten y a Bildu lo que las pistolas callen. Porque esto siempre fue un negocio, uno muy sucio, nauseabundo, pergeñado hace tiempo en prostíbulos y con el que mercadea los escaños que le mantienen en el poder, a él y a toda su cuadrilla de malandrines del delito.

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