Errejón y su ‘Marx País’
Íñigo Errejón pertenece a la extrema izquierda más ultra. Podemos verlo cantando La Internacional con el puño en alto en una gala de La Tuerka de hace sólo 7 años, acompañado de Pablo Iglesias y el condenado por enaltecimiento del terrorismo Pablo Hasél, rodeados de banderas rojas comunistas, con la cara de Lenin y con la hoz y el martillo. Y podemos escucharlo en entrevistas defendiendo el uso de la violencia por parte de los huelguistas o ejerciéndola directamente para evitar que Rosa Díez pudiera dar una conferencia en la Universidad Complutense, hace sólo 9 años. Chavista hasta la médula, hace tres días que seguía defendiendo su narco régimen dictatorial asegurando que “en Venezuela la gente hace tres comidas al día” o que “en el sur de Europa necesitamos mucho de ese cálido viento latinoamericano que borre a tanto canalla” y gritando emocionado “¡Chávez vive, la lucha sigue!”
Pero también es muy fan del presidente de Bolivia, Evo Morales. Ese que le entregó al papa Francisco un crucifijo comunista en el que, a modo de cruz, estaban representados una hoz y un martillo. El que ha pronunciado frases como «el pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas, por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres», o «cuando voy a los pueblos, quedan todas las mujeres embarazadas y en sus barrigas dice EVO CUMPLE» y «no me gusta leer, tengo ese problema, soy sincero». Errejón consiguió el doctorado en 2011 con una tesis que se titula “La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno del MAS en Bolivia (2006-2009): un análisis discursivo”. Antes, en 2006, desde su asociación estudiantil de extrema izquierda Contrapoder, había conseguido que Evo Morales viniera a impartir una conferencia en la Facultad de Políticas de la Complutense. Recordemos que el presidente de Bolivia es también el líder del partido MAS -Movimiento al Socialismo-, ¿os suena el nombre?
Pero como todo buen comunista Íñigo Errejón es también un gran oportunista. A otro Marx, en este caso Groucho, se le atribuye esta célebre frase que probablemente nunca dijo: «Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros». Frase que perfectamente podría hacer suya el político madrileño quien, para mantenerse en el poder, es capaz de reinventarse como el más centrado y demócrata de todos los socialistas. Con varias manos de barniz y un respaldo mediático que no veíamos desde los años en los que Felipe González vestía chaqueta de pana, Errejón se nos presenta como el bálsamo de Fierabrás, capaz de curar todos los males que padece nuestra querida España. Esa cuyo nombre ha rehusado utilizar en su nuevo partido ya que, tras presentarse en las elecciones autonómicas con Mas Madrid, lo lógico sería que para las generales el partido se llamara Mas España, pero ha preferido llamarlo Mas País.
Hay dos versiones acerca de cuáles son las verdaderas intenciones de Íñigo Errejón y su nuevo partido. La primera sostiene que se ha unido a muchos de los defenestrados por el ambicioso y poco dado a compartir el poder, Pablo Iglesias, por venganza. Como Edipo, pero a conciencia, asesinará a su padre y guiará a Podemos y sus confluencias a unas posiciones moderadas que les permitan pactar con Pedro Sánchez para que éste a su vez pueda hacerse con el Gobierno de España. La segunda versión, aún más pesimista si cabe, intuye una estrategia electoral de la extrema izquierda que presentará la candidatura de Errejón sólo en aquellas circunscripciones en las que, utilizando dos marcas distintas, conseguirán que la Ley D’Hont juegue a su favor, quitando diputados a otras formaciones. Personalmente yo de un comunista como Íñigo Errejón siempre espero de lo malo, lo peor.