¿La economía va por barrios?

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2017 se despidió con unos buenos datos económicos. Aumentó el número de afiliados a la Seguridad Social con lo cual la tasa de paro disminuye y a la espera de lo que diga la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al último trimestre de 2017, las cosas en materia de empleo pintan mejor que tiempo atrás. Más gente trabajando quiere decir más gente ingresando, más dinero que entra en los hogares y, por tanto, más posibilidad de gastar y de que el consumo privado, el gran propulsor de nuestra economía, crezca.

En 2017 han aumentado las matriculaciones de vehículos –mucho coche de empresa-, el sector industrial alcanza máximos de 10 años, se anima la compraventa de viviendas y los precios parecen alinearse con los existentes en los tiempos pre-crisis, la inversión extranjera en España rebasó la cota de los 50.000 millones de euros… En fin, que un bonito, al menos en teoría, ejercicio económico se ha cerrado. Unos ahora lanzan sus mensajes triunfalistas, otros refuerzan ese optimismo con las magníficas previsiones que se formulan para 2018 y hasta 2020, mientras que unos terceros son más realistas y ven que nuestra economía se ha ido recuperando del duro bache que atravesó en el transcurso de los últimos años y, siendo incuestionable que con 2017 llevaremos ya tres años consecutivos con nuestro producto interior bruto creciendo a una tasa superior al 3%, no obstante esos terceros son reacios a lanzar las campanas al vuelo; prefieren ir paso a paso y catando la calidad de la senda que enfila la economía española.

Sin embargo, aún aparece otro colectivo que, pese a las bondades de los datos económicos conocidos y reticentes a tanto triunfalismo más o menos exacerbado, procedente primordialmente de las filas gubernamentales, se muestra más bien escéptico con la grandilocuencia de los resultados de 2017 y deja entrever su interpretación pesimista sobre el panorama económico.

Seguramente, es que la economía va por barrios y en unos cala el anuncio positivista y en otros persiste la desconfianza y el resquemor a que las cosas vayan tan bien como se dice.

La verdad es que para los ciudadanos de a pie, en general, que somos todos, las cosas no están tan claras. Según una reciente encuesta, solo el 19% de los españoles confía en la mejoría económica; ergo, el pesimismo o, si se prefiere, la falta de entusiasmo cunde por doquier en el suelo patrio. De hecho, según esta misma encuesta, el 38% de los españoles cree que la situación económica, por más buenas referencias que se den a conocer sobre 2017, irá a peor mientras que el 39% ve que las cosas seguirán igual.

Si la veteranía es un grado, la edad marca cómo interpretar el momento económico y así se constata que los mayores no otean un panorama tan lisonjero como sí lo hacen los jóvenes. En concreto, quienes tienen entre 66 y 75 años confían menos en la mejora económica y, en cambio, los jóvenes entre los 16 y 25 años ven las cosas de manera más optimista. Cierto es también que bastantes de nuestros jóvenes malhadadamente ven su futuro lejos de España.

Y cada cual observa la coyuntura económica desde su particular prisma. Así quienes trabajan a tiempo parcial –inmersos en eso que se da en llamar subempleo– prevén una peor senda económica coincidiendo en ese punto de vista con las personas desempleadas y los jubilados. En este punto, conviene decir que entre las personas desempleadas cada vez más el paro de larga duración tiene mayor peso, mientras que en lo atinente a los jubilados la revalorización de sus pensiones en un pírrico 0,25%, que en muchos casos apenas son 2 euros mensuales de incremento cuando el índice de precios de consumo va rebotando, tras consumarse el período de tiempo de precios bajos e inflación negativa, les fuerza a tener una visión forzosamente negativa sobre el devenir económico.

Por el contrario, el optimismo reina entre quienes trabajan a tiempo completo y los jóvenes. Y un aspecto hasta cierto punto paradójico: quienes tienen rentas altas se muestran más pesimistas que quienes las tienen bajas.

De hecho, para consolarnos, no somos los españoles los únicos que no vemos las cosas de forma tan bonita. Los italianos y los griegos, a pesimismo, nos superan. A nivel mundial, el 28% de la población ve las cosas con optimismo para 2018 pero el 30% las ve desde el ángulo pesimista. Así que posiblemente la economía va por barrios…

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