¿Durará la legislatura?

¿Durará la legislatura?

En su libro No te escucho, caracartucho, Félix explica la complicidad y la enorme sinergia que tiene el actual equipo que conforma el Gobierno de España. Comienza relatando la barbacoa que el presidente ofreció en los jardines de Moncloa para celebrar la victoria: «Instauró una pantalla inmensa en la que se reproducía en bucle su risa sarcástica en el Congreso, seguida de la frase «no quiero ser presidente», en alusión a Feijoó». Explicó luego que era una performance de un artista sueco muy reconocido en Estados Unidos, por la que habían pagado una cifra astronómica, pero que era una inversión segura que quedaría allí para siempre. Continuó señalando que la primera dama y él son muy aficionados al arte contemporáneo. Ella, firme a su lado, asintió sonriendo: «La pantalla es muy sostenible, el mensaje muy estratégico y todo ello genera impacto positivo en este lugar. Así seremos más invertibles, quiero decir invencibles, invencibles».

El libro, que está pensado para que gane la próxima edición del Premio Planeta, con visita y achuchón fraternal de la Reina al autor en muestra de apoyo a la literatura, está estructurado en varios capítulos. Me ha parecido especialmente interesante el que narra las conversaciones habituales de los ministros cuando suben los peldaños que dan acceso al palacio de la Moncloa. «Las ministras comentan sus peinados y se lanzan falsos halagos, mientras otros aluden a sus últimas comilonas. Pedro nos tiene prohibido hablar de política en esos momentos. Bueno, en esos y en todos los que siguen a continuación». El autor se expresa en lenguaje coloquial. Ha sido una suerte que no haya pasado por la mano de ningún corrector de la editorial, pues así se lee mejor entre líneas. De hecho, las palabras que más se repiten significativamente son «apoyo» y «terrorismo».

Dedica un espacio considerable a contar su experiencia en la sombra, cómo fue alimentando al monstruo del ego y, finalmente, el éxito de su carrera, al convertirse en ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática de España. «Ya me lo decía mi abuela: este niño llegará a ser ministro, ¡cuánta razón tenías, abuelita!». Aprovecha el autor para contar sus meriendas de pan con mantequilla, mientras hacía los deberes en la mesa de camilla las tardes de invierno. Recrea continuamente escenas de su vida personal, tratando de dar al libro un carácter íntimo, con pinceladas costumbristas. Entremezcla estas vivencias con otras actuales, como los chascarrillos de Belarra y Montero; pero todo de manera muy sutil, sibilina, con escasa franqueza, como el «blandiblú». «Esa masa viscosa verde que estaba tan de moda en nuestra infancia ha marcado profundamente mi intelecto y mi manera de enfocar la vida».

El epílogo del libro gira en torno a la pregunta que encabeza este artículo. Félix se atreve con el ensayo literario y vierte en él todas sus reflexiones sobre la perdurabilidad del actual Gobierno, del que él forma parte. «El viaje a Israel del presidente ha sido una manera de mostrar al mundo que ya hay Gobierno y que éste viene pisando fuerte». A continuación, cuenta sus vivencias de adolescencia en los conciertos de Alejandro Sanz. Como ya he dicho, el libro busca el lado humano del personaje, haciendo partícipe al lector de una época, de unas sensaciones, de una forma de entender la vida. «La empatía es lo verdaderamente importante. Hablar de valores está obsoleto», dice sin pestañear. Finalmente, al conocer ya el impacto de este primer volumen, anuncia un segundo para la primavera: «Se titulará Me piro, vampiro, y será un homenaje a mi jefe».

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