Parece inofensiva, pero está en cualquier parque y es una voraz especie invasora que altera la fauna nativa canaria
Parece un inofensivo pajarito, pero es una dañina especie invasora que transmite enfermedades
Ésta es la especie invasora que amenaza a un mayor número de animales en Europa
Ésta es una letal especie invasora que destruye ecosistemas fluviales
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Cuando se trata de especies invasoras, la apariencia no es lo que importa. No las define el color, el tamaño ni el miedo que puedan provocar. A veces, basta con un animal que cabe en la palma de una mano para provocar daños irreversibles.
Eso es lo que está ocurriendo en España con un pequeño roedor que, aunque parezca inofensivo, no lo es. Esta rata, silenciosa y escurridiza, tiene la capacidad de alterar ecosistemas enteros, desplazar a especies nativas, transmitir enfermedades y causar daños estructurales que cuestan millones. Y todo eso desde la copa de un árbol o el tejado de una casa.
Esta es la especie invasora que trepa árboles y amenaza a la fauna
La Rattus rattus Linnaeus, conocida como rata negra, rata común o de barco, es una especie invasora con una capacidad sorprendente para reproducirse y adaptarse.
Procedente del sudeste asiático, llegó a Europa hace siglos (posiblemente a bordo de barcos comerciales) y desde entonces no ha parado. En España, ha dejado de ser una rareza de puertos para extenderse por parques, jardines y zonas urbanas del interior.
A diferencia de la rata gris, esta no se esconde en alcantarillas. Prefiere trepar árboles, instalarse en tejados o vivir entre ramas. Se mueve mejor en altura, y eso le permite evitar depredadores y acercarse a zonas con alimento y refugio.
Su aspecto no asusta a nadie, pues es delgada, con pelaje oscuro que puede variar del gris al marrón rojizo, vientre claro y una cola larga, casi siempre más larga que el cuerpo. Pesa entre 150 y 250 gramos, pero lo que la distingue es su hocico afilado, sus orejas grandes y su agilidad para trepar.
¿Por qué esta especie invasora es más peligrosa de lo que parece?
La amenaza que representa esta rata rara vez se comenta en conversaciones cotidianas, pero sigue avanzando sin pausa. En lugares como La Gomera, por ejemplo, se alimenta de los brotes tiernos de los árboles, frenando la regeneración natural de los bosques autóctonos.
También ataca nidos de aves que anidan en el suelo, devorando huevos y crías. En ecosistemas tan sensibles como los insulares, eso puede tener consecuencias irreversibles.
En las ciudad, el problema no desaparece, sino que se multiplica. Este roedor no sólo roe cables y estructuras, provocando fallos eléctricos o incluso incendios; también puede transmitir enfermedades como leptospirosis, tifus o toxoplasmosis, a través de su orina, heces o saliva.
Los efectos de estas enfermedades son graves y, en muchos casos, pasan desapercibidos hasta que ya es tarde. La leptospirosis puede provocar fiebre alta, vómitos y daño en órganos como el hígado o los riñones.
El tifus, por su parte, se manifiesta con erupciones, dolores intensos y, si no se trata a tiempo, puede derivar en neumonía o fallo multiorgánico. La toxoplasmosis suele ser leve en personas sanas, pero resulta especialmente peligrosa para embarazadas.
¿Por qué es tan difícil controlar esta especie invasora?
Lo que la hace tan difícil de controlar es su velocidad de reproducción. Una hembra puede tener hasta cinco camadas al año, con una decena de crías por vez.
Por eso, los expertos en sanidad ambiental piden no bajar la guardia. Ya se han puesto en marcha planes que combinan trampas, plataformas que impiden que trepen y sensores de detección temprana. Pero, sobre todo, hacen hincapié en algo básico como no dejar comida en la calle, no alimentar animales en zonas públicas y mantener limpios los espacios verdes.
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