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Parece un pez inofensivo, pero esta especie que camina en tierra se ha convertido en una amenaza real

Pez que camina en tierra
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En un mundo cada vez más interconectado, la llegada de especies invasoras a nuevos hábitats se ha convertido en un desafío creciente para la biodiversidad y la sostenibilidad de los ecosistemas. Una de las amenazas más recientes y alarmantes proviene del continente asiático y ha causado revuelo en Estados Unidos: se trata del pez cabeza de serpiente del norte, una criatura que respira aire, camina en tierra y se reproduce a un ritmo que desafía los esfuerzos de control. Este pez no sólo ha llamado la atención por sus habilidades extraordinarias, sino también por su impacto ecológico y el miedo que ha generado en las autoridades ambientales.

Desde su aparición en los cuerpos de agua de Maryland en 2002, el cabeza de serpiente ha ido extendiendo su presencia a otros estados como Nueva York, Pensilvania, Arkansas y Misuri. Su rápida propagación, unida a su agresividad como depredador y su sorprendente resistencia a condiciones extremas, lo han convertido en una especie invasora difícil de erradicar. Su presencia está generando reacciones urgentes por parte de instituciones medioambientales, que buscan detener su avance antes de que cause un daño irreparable.

Cabeza de serpiente, el pez que camina en tierra

El Channa argus es un pez de aspecto singular. Su cuerpo alargado y sus escamas oscuras con patrones irregulares recuerdan a una serpiente, de ahí su nombre. Pero más allá de su fisonomía, lo que realmente le caracteriza es su fisiología: tiene un sistema respiratorio que le permite absorber oxígeno atmosférico, por lo que puede sobrevivir fuera del agua durante varios días si se encuentra en un ambiente húmedo. Esta habilidad le otorga una ventaja frente a otras especies acuáticas, ya que este pez camina por tierra firme en busca de nuevos hábitats.

Los expertos señalan que su adaptabilidad es tan alta que puede colonizar charcas con poco oxígeno o zonas muy contaminadas donde otras especies no podrían sobrevivir. Este comportamiento no sólo amenaza a los peces nativos por competencia directa por alimento y espacio, sino que también altera profundamente el equilibrio ecológico de las regiones que invade.

Además de su resistencia y movilidad, la tasa reproductiva del cabeza de serpiente es otra de las razones de su preocupante proliferación. Una sola hembra puede poner hasta 50.000 huevos en cada puesta. Estos huevos, que eclosionan en apenas uno o dos días, están resguardados por ambos progenitores, quienes se convierten en guardianes muy agresivos.

Alerta en Estados Unidos

Debido a esta combinación de habilidades fisiológicas y conductas reproductivas, se ha ganado una reputación temible entre las autoridades pesqueras de Estados Unidos. El Servicio Geológico de EE.UU. lo ha clasificado como especie perjudicial, y su comercio, transporte y liberación están estrictamente prohibidos a nivel federal. Sin embargo, su captura y consumo están permitidos, e incluso alentados, como una estrategia para ayudar a controlar su población.

En estados como Misuri, las autoridades han lanzado campañas informativas dirigidas a pescadores y ciudadanos, instándolos a que informen de cualquier avistamiento y a que, en caso de capturarlo, lo sacrifiquen inmediatamente. Las recomendaciones oficiales incluyen decapitar al pez, destriparlo o sellarlo en una bolsa plástica hermética. Éste último método, aunque suene drástico, es necesario debido a la resistencia de la especie: puede sobrevivir varias horas fuera del agua si las condiciones de humedad lo permiten.

Uno de los problemas adicionales que enfrentan los expertos es la dificultad para identificar al cabeza de serpiente, ya que se puede confundirse con especies locales como el bowfin (Amia calva). Para diferenciarlos, basta con observar la aleta anal, mucho más larga en el Channa argus, y la ausencia de una mancha oscura en la cola, característica del bowfin.

En paralelo a las acciones de contención, algunas autoridades han comenzado a promover el consumo del pez como medida complementaria. Esta estrategia, similar a la adoptada con otras especies invasoras como el pez león en el Caribe, podría contribuir a disminuir su presencia en los ecosistemas.

El caso del cabeza de serpiente del norte es un claro ejemplo de cómo la introducción de especies foráneas, ya sea por accidente o negligencia, puede desencadenar consecuencias imprevisibles y peligrosas para los entornos naturales.  Estados Unidos, pese a contar con una infraestructura medioambiental robusta, se enfrenta a un enemigo biológico que desafía las normas habituales de control de fauna.

La historia del Channa argus es también una llamada de atención para el resto del mundo: en la era de la globalización, el movimiento de especies no conoce fronteras, y las consecuencias pueden ser tan devastadoras como silenciosas.

La gestión de esta amenaza dependerá de una legislación efectiva, la educación ambiental y la colaboración ciudadana. Mientras tanto, el pez cabeza de serpiente sigue avanzando por ríos, lagos y canales de Estados Unidos, recordándonos que en la naturaleza, como en la vida, las adaptaciones inesperadas son a menudo las más difíciles de detener.

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